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ARTÍCULO 1

Inteligencia Artificial y comunicación de investigaciones

Por Ernesto Spinak

Introducción

La introducción de la Inteligencia Artificial (IA), los Large Language Models (LLM), ChatGPT, Bard, y Bing, en particular, han cambiado el escenario de la redacción, creación y producción de trabajos de investigación, generando una revolución del mundo editorial académico de manera irreversible. No hay marcha atrás. Debemos aprender a convivir con un nuevo entorno que generará rupturas en nuestros viejos paradigmas en muchos aspectos.

Solo para mencionar algunos temas críticos:

  • Quiénes deben ser considerados autores
  • Cuáles son las herramientas válidas de IA en la publicación científica original, cuáles no serían aceptables, y cuáles deberán evaluarse progresivamente.
  • Qué papel deberán jugar los editores científicos y los árbitros.
  • Qué significará plagio y qué hay de los “papermills”.
  • Qué dicen las sociedades científicas, las universidades, y el mundo académico en general.
  • Si disponemos de procedimientos de software para detectar el uso de IA en los textos producidos.
  • Cómo deberían modificarse las instrucciones de las revistas para los autores, editores, etc.
  • Cómo irán cambiando las regulaciones de los países… etc.

Comenzaremos hoy con el tema acerca de quiénes pueden ser “autores/coautores” propiamente dichos, según lo indicado por las asociaciones científicas y los editores de revistas que hemos consultado. La lista de editores y asociaciones científicas consultadas se registran al final del artículo en el área de Notas. En las Referencias están los documentos usados.

Consideraciones previas

La adopción de la IA plantea cuestiones éticas clave en torno a la responsabilidad (accountability), las obligaciones y la transparencia de los autores.

Las herramientas de IA ya se están utilizando en publicaciones académicas, por ejemplo, en verificaciones previas a la revisión por pares (calidad del idioma, confirmación de que un envío está dentro del alcance de la revista, etc.). El uso de IA no es intrínsecamente poco ético y puede ser útil, por ejemplo, para autores que no escriben en inglés como su primer idioma. Aunque el uso de herramientas de IA para las traducciones puede traer problemas separados de derechos de autor, dependerá del ser humano asumir la responsabilidad de garantizar el cumplimiento de las regulaciones. Porque en última instancia la aplicación responsable de la tecnología requiere supervisión humana, controles y monitoreo.

IA y la comunicación de investigaciones

Los problemas y las objeciones

El uso de IA como el ChatGPT o el Bard u otros que ciertamente vendrán, para escribir, traducir, revisar y editar manuscritos académicos presenta desafíos éticos para investigadores y revistas. Por esta razón algunas revistas, como ScienceNature y muchas otras, han prohibido el uso de aplicaciones de LLM en los artículos recibidos.

Por ejemplo, las herramientas de IA no pueden cumplir con los requisitos de autoría, ya que no pueden asumir la responsabilidad del trabajo enviado debido a que no son “personas” , ni tienen personalidad jurídica. (El estado legal de un autor difiere de un país a otro, pero en la mayoría de las jurisdicciones, un autor debe ser una persona jurídica). Tampoco pueden afirmar la presencia o ausencia de conflictos de intereses ni gestionar acuerdos de licencia y derechos de autor. Debido a esta y otras razones, el mundo de la ética se está volviendo resueltamente en contra de esa idea, y es fácil ver por qué.

Los autores que utilizan herramientas de IA en la redacción de un manuscrito, la producción de imágenes o elementos gráficos del artículo, o en la recopilación y el análisis de datos, deben ser transparentes al revelar en las secciones Materiales y Métodos del artículo (o una sección similar) detalles de cómo se utilizó la herramienta de IA y qué herramienta se utilizó.

Las instrucciones de todas las asociaciones científicas y editores de revistas académicas consultadas incluyen la prohibición de que la IA sea tratada como autora de los artículos académicos y libros que se publican.

Servidores de preprints como medRxiv, su colega bioRxiv, así también la editorial Taylor & Francis, la Universidad de Cambridge, y el Office of Research Integrity del Reino Unido, señalan que las directrices de autoría vigentes indican que ChatGPT no debe ser acreditado como coautor ni coautor.

Lo que importa es quién (o qué) es un autor, y si éste puede responder por la ética y la confiabilidad de su trabajo. Si se obtiene información proveniente de herramientas de IA debería identificarse y corregirse los sesgos en las fuentes de datos y los posibles sesgos en el diseño de las herramientas, porque en última instancia es el ser humano quien sigue siendo moral y jurídicamente responsable de cualquier error en lo publicado o en la infracción de derechos de autor.

Además, cualquier uso de la IA no debe infringir la política de plagio. Los trabajos académicos deben ser originales del autor y no presentar ideas, datos, palabras o material de otros autores sin una citación adecuada y una referenciación transparente. Muchas de las preguntas más apremiantes sobre la IA y el plagio están relacionadas con contenido que no es textual: imágenes, audiovisuales, tablas, ideas, etc. Nuevamente, la atribución es clave: los editores asumen que todo el contenido sea generado por autores humanos a menos que haya una declaración en contrario.

Las Recomendaciones de las sociedades científicas y editores de revistas

  1. Solo los humanos pueden ser autores;
  2. Los autores deben reconocer las fuentes de sus materiales;
  3. Los autores deben asumir la responsabilidad pública de su trabajo;
  4. Los autores deben asegurarse de que todo el material citado se atribuya correctamente, incluidas las citas completas, y que las fuentes citadas respalden las declaraciones del chatbot. Porque no es inusual que los chatbots generen referencias a obras que no existen.
  5. Debe indicarse expresamente cualquier uso de chatbots en la evaluación del manuscrito y la generación de revisiones y correspondencia.
  6. Los editores necesitan herramientas digitales apropiadas para lidiar con los efectos de los chatbots en la publicación. Cuando se usa una herramienta de IA para realizar o generar trabajo analítico, ayudar a informar los resultados (por ejemplo, generar tablas o figuras) o escribir códigos de computadora, esto debe indicarse en el cuerpo del artículo, tanto en la sección de Resumen como en la de Métodos, para permitir el escrutinio científico, incluida la replicación y la identificación.
  7. Los editores necesitan herramientas apropiadas que les ayuden a detectar contenido generado o alterado por IA. Dichas herramientas deben estar disponibles para los editores independientemente de la capacidad de pago por ellas. Esto es de particular importancia para los editores de revistas médicas donde las consecuencias adversas de la desinformación incluyen daños potenciales a las personas.

El modelo de IA no está diseñado para tomar decisiones críticas ni para usos que tengan consecuencias materiales sobre el sustento o el bienestar de una persona. Esto incluye situaciones en las que se trata de atención médica, sentencias judiciales, o finanzas: áreas que están representadas por muchas revistas y editores académicos.

Los chatbots se activan mediante una instrucción en lenguaje sencillo, o “prompts”, proporcionada por el usuario. Generan respuestas utilizando modelos de lenguaje estadísticos y basados en probabilidades que les dan coherencia y, por lo general, son lingüísticamente precisos y fluidos. Pero, hasta la fecha, a menudo se ven comprometido de varias maneras. Por ejemplo, las respuestas de chatbots actualmente conllevan el riesgo de incluir sesgos, distorsiones, irrelevancias, tergiversaciones y plagio, muchos de los cuales son causados por los algoritmos que rigen su generación y dependen en gran medida del contenido de los materiales utilizados en su capacitación. El problema podría tener consecuencias serias en algunas situaciones lo que ha llevado a que la FTC de EE UU haya abierto recientemente una investigación a OpenAI por posible daño a clientes de ChatGPT

¿Se debe prohibir el uso de AI en la escritura científica?

Hay tres razones para oponerse a las políticas de las revistas que prohíben el uso de LLM al escribir o editar manuscritos académicos.

  • Primero, las prohibiciones son inaplicables. Los textos seguramente serán generados a medida que los informáticos y los investigadores encuentren formas de trabajar con ellos.
  • En segundo lugar, las prohibiciones pueden alentar el uso no divulgado de los LLM, lo que socavaría la transparencia y la integridad en la investigación.
  • En tercer lugar, los LLM pueden desempeñar un papel importante para ayudar a los investigadores que no dominan mucho el inglés a escribir y editar sus trabajos, y también una cantidad de tareas accesorias de investigación.

La respuesta más razonable a los dilemas que plantean los LLM es desarrollar políticas que promuevan la transparencia, la responsabilidad (accountability), la asignación justa del crédito y la integridad.

Qué aplicaciones de IA son aceptables en la redacción científica

Las herramientas de IA pueden ser de gran ayuda para editores, revistas y autores académicos (de hecho, muchas ya se están utilizando). Permiten identificar revisores adecuados, resumir el contenido, pueden etiquetar metadatos, identificar imágenes duplicadas, etc.

De acuerdo a ACL serían actividades válidas para usar la IA en la preparación de un artículo académico:

  • Asistencia puramente con el idioma del artículo. Cuando los modelos generativos se utilizan para parafrasear o pulir el contenido original del autor, en lugar de sugerir contenido nuevo, son similares a herramientas como Grammarly, correctores ortográficos, diccionarios y sinónimos, que han sido perfectamente aceptables durante años.
  • Búsqueda de literatura. Los modelos de texto generativo se pueden utilizar como asistentes de búsqueda y para identificar la literatura relevante. Se aplican los requisitos habituales para la precisión de las citas y la minuciosidad de las revisiones bibliográficas; tenga cuidado con los posibles sesgos en las citas sugeridas.
  • Textos de poca novedad. Algunos autores pueden sentir que describir conceptos ampliamente conocidos es una pérdida de tiempo y puede automatizarse. El manuscrito debería especificar dónde se usó dicho texto y convencer a los revisores de que se verificó que la generación fuera precisa y que esté acompañada de citas relevantes y apropiadas (por ejemplo, usar comillas en bloque para copiar palabra por palabra).

Si bien los LLM pueden cometer algunos errores evidentes, son susceptibles de sesgo e incluso pueden fabricar hechos o citas, estos defectos no deben reprocharse porque los investigadores humanos también pueden cometer errores similares.

Reflexiones y consecuencias

Desde el punto de vista del Modelo SciELO de Publicación, parecería que es importante que las más de 1.300 revistas activas actualmente publicadas de modo decentralizado en las colecciones de la Red SciELO operen con criterios comunes en las instrucciones a los autores bajo este nuevo escenario que incorpora la IA, ChatGPT y similares.

Sea que las revistas todavía se publiquen en la forma convencional de SciELO, o ya estén usando los servicios de preprints, es necesario informar a los autores, dar instrucciones para incorporar los conceptos a las rutinas editoriales, y que los árbitros estén conscientes del tema.

Acá no habrá marcha atrás.

Sociedades científicas y editores de revistas consultados

Posts de la serie sobre Inteligencia Artificial

Referências

Artificial intelligence (AI) and fake papers [online]. COPE: Committee on Publication Ethics. 2023 [viewed 30 August 2023]. Available from: https://publicationethics.org/resources/forum-discussions/artificial-intelligence-fake-paper

Artificial intelligence (AI) in decision making [online]. COPE: Committee on Publication Ethics. 2023 [viewed 30 August 2023]. https://doi.org/10.24318/9kvAgrnJ. Available from: https://publicationethics.org/node/50766

Artificial intelligence and authorship [online]. COPE: Committee on Publication Ethics. 2023 [viewed 30 August 2023]. Available from: https://publicationethics.org/news/artificial-intelligence-and-authorship

Authorship and AI tools – COPE position statement [online]. COPE: Committee on Publication Ethics. 2023 [viewed 30 August 2023]. Available from: https://publicationethics.org/cope-position-statements/ai-author


ARTÍCULO 2

Revista Habanera de Ciencias Médicas

versión On-line ISSN 1729-519X

Rev haban cienc méd vol.16 no.5 La Habana set.-oct. 2017

 

CIENCIAS EPIDEMIOLÓGICAS Y SALUBRISTAS

 

Técnicas de Biología Molecular en el desarrollo de la investigación. Revisión de la literatura

 

Molecular Biology Techniques for research development. A literature review

 

 

Maritza Angarita MerchánI, María Inés Torres CaicedoII, Andrea Katherine Díaz TorresIII

IBacterióloga y Laboratorista Clínica. Magister en Sistemas Integrados de Gestión. Profesora Asistente. Universidad de Boyacá. Tunja, Colombia. mangarita@uniboyaca.edu.co
IIBacterióloga. Máster en Ciencias Biológicas. Profesora Asociada. Universidad de Boyacá. Tunja, Colombia. mariaitorres@uniboyaca.edu.co
IIIEstudiante VIII semestre del Programa Bacteriología y Laboratorio Clínico. Universidad de Boyacá. Tunja, Colombia. andkatdíaz@uniboyaca.edu.co

                                                                                                               

AGRADECIMIENTOS

Al programa de Bacteriología y Laboratorio
Clínico de la Universidad de Boyacá.

 

 


RESUMEN

Introducción: Epidemiología etimológicamente significa "ciencia que estudia enfermedades que afecta a las comunidades"; esta ha venido evolucionando a través de los siglos describiendo y explicando la dinámica de la salud poblacional; ha integrado nuevas ramas, como la epidemiología molecular definida como una disciplina en la cual se implementa técnicas moleculares para aportes científicos, de investigación y clínico.
Objetivo: Presentar las técnicas con fundamento en biología molecular, que han aportado al desarrollo de la investigación.
Material y Métodos: Se realizó revisión de artículos científicos durante los meses de agosto a octubre de 2016 y julio a septiembre de 2017, en inglés, portugués, francés y español en revistas científicas Pubmed, Scielo, Biomed Central, Free Medical Journals, LILACS, Redalyc, Inbiomed, Dialnet, usando términos DeCs descriptores de Ciencias de la Salud y MeSH; se emplearon artículos publicados en el período de 2012 a 2017, usando publicaciones de años anteriores como aporte a la historia del tema.
Resultados: se presentan 05 técnicas de Biología molecular que han aportado a la investigación: RCP, Secuenciación, Hibridación de sondas de ADN, RAPD y RFLP.
Conclusiones: Hoy en día el uso técnicas moleculares permite el estudio de genoma completo o secuencias específicas de  ADN  cortas o largas con el fin de detectar y analizar secuencias de interés para la investigación en las ciencias agronómicas, forenses, diagnóstico clínico e investigación básica, traslacional y aplicada; cada una de ellas se caracteriza por la confiabilidad y rapidez en la obtención del resultado, robustez, especificidad, sensibilidad y flexibilidad, comparado con métodos fenotípicos.

Palabras claves: Epidemiología, reacción de cadena polimerasa, hibridación, secuenciación, RAPD, RFLP.


ABSTRACT

Introduction: Epidemiology, from the etymological point of view, means "science that studies the diseases that affect the communities". It has been developing through centuries, describing and explaining the dynamics of population health; it has integrated new branches such as molecular epidemiology defined as a discipline in which molecular techniques are implemented for clinical, research, and scientific contributions.
Objective: To present techniques with basis in molecular biology, which have contributed to research development.
Material and methods: A review of scientific articles was made during the months of August-October of 2016, and July-September, 2017 in English, Portuguese, French, and Spanish languages, in scientific journals such as Pubmed, Scielo, Biomed Central, Free Medical Journals, LILACS, Redalyc, Inbiomed, and Dialnet, using DeCs term descriptors of Health Sciences, and the MeSH descriptor; articles published during the time period from 2012-2017 were used, and publications of previous years were also taken into consideration as a contribution to the history of this topic.
Results: 05 techniques of molecular biology which have contributed to research development were presented: PCR, sequencing, hybridization with DNA probes, RAPD, and RFLP. 
Conclusions: At present, the use of molecular techniques allows the complete genome or short and long sequences of DNA with the aim of detecting and analyzing sequences of interest for research in agronomy and forensic sciences, clinical diagnosis and basic, translational, and applied research, each of them characterized by reliability and quickness in obtaining result, strength, specificity, sensitivity, and flexibility, compared to phenotypic methods.

Keywords:Epidemiology, polymerase chain reaction, hybridization, sequencing, RAPD, RFLP.


 

 

INTRODUCCIÓN

En la lucha contra las enfermedades infecciosas, se ha hecho necesaria la optimización de la especificidad, sensibilidad y rapidez de técnicas de diagnóstico tradicional; sin embargo, con el auge de la investigación y la necesidad de diagnósticos oportunos y eficaces, han surgido técnicas de laboratorio con fundamento en biología molecular aplicadas en programas de prevención, control y tratamiento. Entre las alternativas diagnósticas propuestas a estos retos, se describen técnicas como la reacción de cadena de polimerasa, hibridación de sondas de ADN, secuenciación de genomas,  secuenciación paralela, también conocida como masiva o de nueva generación (NGS), pirosecuenciación, Polimorfismo amplificado aleatorio ADN (RAPD) y Polimorfismo de Longitud de Fragmento de Restricción (RFLP) entre otras,  cuya introducción en los laboratorios busca brindar apoyo en la obtención de resultados altamente confiables.1

La Reacciónen Cadena de la Polimerasa (RCP) ha sido la principal herramienta diagnóstica que ha aprovechado las bondades de la biología molecular al punto de alcanzar gran versatilidad como técnica de análisis.2La especificidad, el rendimiento y la fidelidad de la RCP se encuentra directamente influenciada por los diferentes componentes que la integran como la mezcla de reacción, régimen de ciclaje y la ADN polimerasa;3 la técnica permite la amplificación selectiva de cualquier segmento de ADN, conocer las secuencias que lo flanquean, obtener una secuencia de ADN concreta sin recurrir a la clonación en un organismo huésped.4 Sus aplicaciones son variables e ilimitadas, ejemplo de ello, es la posibilidad de realizar estudios de expresión genética, secuenciación directa de secuencias amplificadas, detección de mutaciones, seguimiento de la efectividad de tratamiento de enfermedades, diagnósticos de enfermedades genéticas e infecciosas y en ciencia forense en la identificación de restos biológicos, determinación de paternidad y pruebas periciales en criminalística.5

La secuencia del ADN consiste en determinar el orden de las bases A, C, G y T en un fragmento de ADN; este método fue descrito por Sanger en 1977, y permite obtener la secuencia de un fragmento determinado de ADN, un gen o parte de este, y ser empleado en la actualidad.6 Este método ha ido evolucionando con el tiempo y en la actualidad se han implementado diferentes tipo de secuencias, destacándose la secuencia paralela, masiva o de nueva generación (NGS), que permite la exploración de genomas completos de humanos u otras especies;7 y la pirosecuencia, con la cual es posible determinar la secuencia de una molécula de ADN, identificando bases individuales, o secuencias cortas de ácidos nucleicos en posiciones determinadas.8 La hibridación, es un método que se basa en la unión de dos cadenas sencillas de ácidos nucleicos que producen estructuras de doble hebra, las cuales son híbridos de ADN, ARN-ARN o ADN- ARN.8,9 El método de hibridación se basa en el desarrollo de dos moléculas de ácidos nucleicos: una homogénea de secuencia distinguida como sonda y la otra heterogénea de secuencia desconocida, la cual contiene la secuencia diana que se quiere analizar.10 Los ácidos nucleicos de cadena sencilla, provienen de ADN clonado y fragmentado por enzimas de restricción, o de oligonucleótidos sintéticos.11


Existen otras técnicas moleculares que han aportado significativamente a la investigación como los denominados marcadores RAPD (Polimorfismo amplificado aleatorio ADN), quienes con base en la RCP, gracias a ellos es posible la detección de los polimorfismos existentes en la secuencia de ADN a estudiar y los RFLP (Polimorfismo de Longitud de Fragmento de Restricción),10 los cuales expresan las diferentes entre individuos en secuencias específicas del ADN y que son reconocidas por diferentes enzimas que cortan dichas secuencias, y da origen a pequeños fragmentos que pueden ser analizados a través de electroforesis.11

 

OBJETIVO

El objetivo de este artículo de revisión es dara conocer técnicas con fundamento en biología molecular, que han aportado al desarrollo de la investigación en diferentes campos de aplicación.

 

MATERIAL Y MÉTODOS

Se realizó una revisión de artículos científicos durante los meses de agosto a octubre de 2016 y julio a septiembre de 2017, en inglés, portugués, francés y español en revistas científicas iberoamericanas indexadas en Pubmed, Scielo, Biomed Central, Free Medical Journals, LILACS, Redalyc, Inbiomed, Dialnet, usando términos DeCs descriptores de Ciencias de la Salud y MeSH para la validación de las palabras claves.

Se emplearon en mayor cuantía artículos publicados en el período de 2012 a 2017, aunque fue necesario usar publicaciones de años anteriores como aporte a la historia del tema.

Se obtuvo un total de 80 artículos, a los cuales se les aplicaron criterios de inclusión y exclusión consistentes en vigencia y aporte a la temática a tratar, donde finalmente se seleccionaron un total de 56, con los que se construyó una base de datos a partir de la cual se efectuó un análisis bibliométrico para su clasificación por tema de interés, autores y fechas de publicación.

Se quiere declarar como principal limitación de esta revisión, el acceso a publicaciones que no permiten la consulta gratuita de sus contenidos

 

DESARROLLO

Epidemiología Molecular

La epidemiología molecular es una rama de la disciplina aplicada al estudio de enfermedades infecciosas, en la cual se implementan técnicas moleculares utilizadas para la identificación de agentes patógenos en los estudios epidemiológicos; tiene como objetivo describir la distribución de la enfermedad y sus factores de riesgo con el fin de intervenir en el curso de su desarrollo natural.12 Se basa en análisis estadísticos mediante métodos geográficos que permite evaluar el desarrollo de la afección, 13  y detectan y cuantifican material genético específico proveniente de muestras biológicas, estudio de brotes, caracterización de microrganismos, relaciones existentes entre genotipos y estudios de factores de virulencia.14

El diagnóstico molecular es una área dinámica en constante desarrollo que ha revolucionado el diagnóstico clínico, mostrando un impacto en las áreas de salud, 15  y obligado a la implementación de  herramientas claves para el equipo clínico que  generan un beneficio directo para el paciente.16

El principio de la epidemiología molecular radica en el estudio de las enfermedades infecciosas a través del empleo de técnicas moleculares que permitan el estudio del genoma de bacterias, virus, viroides, hongos y parásitos, agentes etiológicos de dichas enfermedades.17

Aplicaciones

La epidemiología molecular se emplea como método de diagnóstico para diferentes patologías, su principal aplicación se encuentra en:

1. Métodos moleculares para tipificación:

Se denomina tipificación a la identificación y caracterización de microorganismos patógenos que permite establecer la identidad de los microorganismos causantes de brotes infecciosos, determinando la fuente de infección y sus posibles patrones de diseminación; asimismo establece la prevalencia del agente infeccioso en una población.18

La técnica de tipificación a emplear dependerá de los requerimientos y características del sistema analizado; sin embargo, cualquiera que sea el método de tipificación, debe ser evaluado previamente en cuanto a su capacidad para generar la información epidemiológica requerida. La tipificación puede ser evaluada teniendo en cuenta los siguientes criterios:

- Detección, identificación y tipificación de la totalidad de los aislados analizados.

- Repetibilidad y reproducibilidad del método.

- Estabilidad genética del marcador, neutral por las fuerzas evolutivas.

- Exclusión de los diferentes grupos de individuos con probabilidades elevadas. 

- Capacidad del método para arrojar resultados similares a los obtenidos a través de otras técnicas.

- Efectividad entre los costos económicos generados por la aplicación del método y las ganancias obtenidas al lograr la prevención y control de la enfermedad.

- Relación entre los logros obtenidos a nivel económico, recursos y tiempo empleado.19

2. Métodos moleculares fenotípicos y genotípicos:

Los métodos fenotípicos se basan en la determinación de características bioquímicas y/o fisiológicas, constituyen la primera herramienta para la comparación de microorganismos que incluye la determinación de actividades enzimáticas, la capacidad metabólica y los determinantes antigénicos o susceptibilidad a agentes bactericidas; sin embargo, con este tipo de métodos no se pueden identificar genes, polimorfismo o mutaciones que determinen la expresión de las características visibles en medios de cultivos, pruebas bioquímicas y de susceptibilidad.20-22

Los métodos genotípicos estudian el genoma del microorganismo causal de la enfermedad y posibilitan el análisis de características de polimorfismo genético concurrente en los agentes etiológicos.23 Se basan en la localización del material genético del organismo, lo que permite generar nuevos cambios en el patrón de expresión genética, y brinda alternativas más estables y reproducibles.24

Dentro de las técnicas empleadas en genotipificación se describen:

1. Reacción en cadena de la polimerasa (RCP).

2. Secuencia del genoma.

a. Secuenciación NGS.

b. Pirosecuencia.

3. Hibridación con sondas de ADN.

4. RAPD.

5. RFLP.

Cada técnica ha ofrecido una alternativa para la investigación epidemiológica; sin embargo, también tienen aplicables limitadas.25

1. Reacción en cadena de la polimerasa (RCP)

En los últimos años se han venido desarrollando nuevas técnicas moleculares de tipificación basadas en la RCP, que han dado un gran avance en la evolución del estudio de las enfermedades infecciosas a través de estudios epidemiológicos moleculares que tiene por objeto determinar la relación clonal existente entre varios aislados de una misma especie, mediante técnicas de tipificación que involucran la amplificación de genes o secuencias de ADN polimórficas.26 Los métodos genotípicos amplifican regiones in vitro específicas de ADN al emplear secuencias que delimitan la zona de amplificación; a partir de una copia de la región a amplificar se adquieren millones de copias que posibilitan su detección y reflejan la presencia de la región de ADN en la muestra a analizar; para esta transformación actúan varias proteínas que cooperan en la  síntesis de nuevas hebras de ADN a partir de otra que funciona como molde.27,28

Esta técnica, ha tenido diferentes avances y aplicaciones, las cuales se presentan en la Tabla.29-33

2. Secuenciación del genoma

Es una técnica que determina la secuencia completa de ADN en el genoma de una persona; consiste en determinar el orden de las bases Adenina, Citosina, Guanina y Timina en un fragmento de ADN. Con esta técnica se logra obtener secuencias hasta 500 bases aproximadamente, estas son ensambladas a un genoma de referencia que secuencia un genoma completo. Este método ha cambiado la manera de entender la genética basándose en la identificación de las causas reales de la herencia, centrándose en estudios genéticos de individuos con un fenotipo definido y enfermedades de herencia mendeliana producida por genes conocidos; estas evalúan el fenotipo y la secuencia del gen que puede estar afectado y presentan una sensibilidad muy alta para detectar mutaciones.34

Uno de los proyectos más famosos en la historia de la biología molecular, fue el Proyecto genoma Humano (PHG), el cual propuso determinar la secuencia completa (más de 3 000x10 pares de bases) del genoma humano; el método localiza con exactitud los 100 000 genes de ADN aproximadamente y el resto de material hereditario de los seres humanos, responsables de las instrucciones genéticas de todo lo que conforma a un ser humano desde el punto de vista biológico.35

Con el decursar del tiempo, la secuencia ha venido experimentado una serie de modificaciones al método descrito inicialmente por Sanger, y generado otros tipos de secuencia con la NGS y la pirosecuencia, muy empleadas en la actualidad en investigación clínica y estudios epidemiológicos; los métodos mencionados se presentan a continuación.

a. Secuencia paralela, masiva o de nueva generación (NGS)

La secuencia de ácidos nucleicos permite establecer el orden de los nucleótidos presentes en las moléculas de ADN o ARN a estudiar, razón por la cual, su uso ha aumentado en los últimos años exponencialmente en investigaciones y laboratorios clínicos alrededor del mundo; es así como la NGS se ha implementado gracias a la posibilidad que brinda de realizar secuencia masiva y paralela de millones de fragmentos del ADN y/o ARN presente en la muestra, con el empleo de tecnología de punta, a muy bajo costo y con un muy alto rendimiento, por lo que se pudo amplificar un genoma completo en un solo día.36,37

La NGStiene alta aplicación en estudios epidemiológicos gracias a las ventajas ofrecidas por este tipo de métodos como es el uso de genomas completos para establecimiento de relaciones filogenéticas entre especies, identificación de posibles recombinaciones y marcadores epidemiológicos que aportan a la identificación de posibles mutaciones en una población,38 por ello, es considerada como una tecnología revolucionaría en estudios epidemiológicos aplicados a la ciencia básica, investigación traslacional, diagnóstico clínico, agronomía,  ciencia forense y ciencia aplicada.39

Este tipo de secuencia también conocida como No-Sanger, está disponible en diferentes plataformas o formatos que permiten la generación de datos con ventajas y desventajas propias de cada casa matriz; dentro de las ventajas se destacan la calidad de los datos obtenidos a partir de las secuencias, la robustez y el bajo ruido presente en el cromatograma; como desventajas se  han reportado la disponibilidad de un laboratorio con capacidad bioinformática que garantice la calidad en obtención e interpretación de los datos, así como la necesidad de realizar control sobre secuencias aleatorias o inespecíficas que pueden interferir con la secuencia.38

b. Pirosecuencia

Se caracteriza por la secuencia por síntesis de ADN con detección en tiempo real; esta técnica es usada para la identificación de bases individuales o secuencias cortas de ácidos nucleicos en posiciones predeterminadas, a través del uso de fosfato durante la incorporación de los nucleótidos a la cadena de ADN, seguido de una serie de reacciones enzimáticas.40

Es el único método de secuencia que se desarrolló como alternativa a la secuencia clásica de ADN; si se compara con otras técnicas molecular, la pirosecuencia es simple, robusta, rápida, sensible, altamente cuantitativa y precisa, flexible, costo efectiva y tiene la capacidad de automatización de la muestra;41,42 se ha empleado en estudios de análisis de variaciones genéticas, estudios agronómicos que permiten el desarrollo de cebadores y sondas específicas que aporten a programas de certificación de la calidad de alimentos,43 cambios en comunidades microbianas de diferentes ambientes,44 resolución de casos en ciencias forenses,45 microbiología, así como en la detección de mutaciones en patologías de interés clínico.46,47

3. Hibridación de sondas de ADN

La hibridación de sondas se conoce como el análisis en muestras para detectar la presencia de ácidos nucleicos (ADN o ARN), realizando una combinación anti paralela de estas con una molécula de doble cadena. Sus técnicas se utilizan para detectar una molécula diana partiendo de una sonda complementaria a ella. Muchas técnicas moleculares están basadas en la hibridación como la RCP; estas se usan en el diagnóstico de enfermedades, la identificación de microorganismos patógenos, estudio de perfiles de expresión génica, localización de genes en cromosomas o de ARNm en tejidos in situ y en la comparación de especies patógenas.48,49

4. RAPD (Polimorfismo amplificado aleatorio ADN)

También conocida como polimorfismo de producto amplificado al azar, es una técnica que emplea marcadores moleculares para amplificación por RCP de secuencias cortas de ADN polimórfico empleando un cebador de secuencia corta (10 a 12 pares de bases –pb). Al ser una técnica basada en la RCP, necesita control sobre ciertos factores que pueden influir directamente en el desempeño de la técnica como los dNTPs, TaqDNA polimerasa, temperatura de hibridación, tiempo de extensión, ciclos y la integridad de la cadena molde.50

En investigación, este tipo de técnica se emplea análisis genéticos que permitan el establecimiento de similitudes entre comunidades de la misma especie (ejemplo: bacterias y plantas), un ejemplo de ello, es el estudio de la relación entre la resistencia al arsénico en flora bacteriana proveniente de muestras de suelo, estudio realizado en India y publicado en Molecular Phylogenetics and Evolution en 2016.51

5. RFLP (Polimorfismo de Longitud de Fragmento de Restricción)

Se denomina también fragmentos de restricción de longitud polimórfica, resultante de la variación de una secuencia de ADN reconocida por las enzimas de restricción usadas para cortar secuencias de ADN en lugares conocidos; son empleados principalmente como marcadores en mapas genéticos. Es un método comúnmente empleado por su rapidez en la obtención del resultado, bajo costo y especificidad; necesita ciertas condiciones para su funcionamiento, consistentes en el uso de enzimas de restricción adecuadas, condiciones de optimización y amplificación, y análisis de los productos amplificados (fragmentos de restricción) a través de electroforesis principalmente en gel de azarosa.52-54

Dentro de las ventajas descritas se encuentra que para su desempeño necesita un mínimo de instrumentos de laboratorio; se ha aplicado en diversos estudios que han permitido establecer o identificar especies bacterianas propias de humanos y animales (ejemplo: biovares de Brucella melitensis,55 la discriminación entre especies patógenos de diferentes microorganismos causantes de infecciones en humanos o presentes en algunos productos de consumo humano y estudios metagenómicos.56

 

CONCLUSIONES

Las técnicas empleadas en la investigación con fundamento molecular, han permitido un avance significativo en la investigación, y aportado principalmente al desarrollo epidemiología molecular como ciencia aplicada para el conocimiento de características genotípicas de comunidades bacterianas en diferentes ambientes como el ambiental, veterinario y humano, y generado conocimiento sobre el comportamiento epidemiológico y los cambios que las poblaciones principalmente bacterianas han desarrollado como mecanismo de defensa y/o adaptación a sus condiciones de hábitat.

Hoy el uso de técnicas moleculares como la NGS, pirosecuencia, RAPD y RFLP, permite el estudio de un genoma completo o secuencias específicas de ADN de secuencias largas o cortas con el fin de detectar y analizar secuencias de interés para la investigación en las ciencias agronómicas, forenses, diagnóstico clínico e investigación básica, traslacional y aplicada.

Cada método presentado en esta revisión, se caracteriza por la confiabilidad y rapidez en la obtención del resultado, robustez, especificidad, sensibilidad y flexibilidad, si se compara con métodos fenotípicos, siendo este un aporte directo y accesible para el desarrollo de la epidemiología molecular.

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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ARTÍCULO 3


Nutrición Hospitalaria

versión On-line ISSN 1699-5198versión impresa ISSN 0212-1611

Nutr. Hosp. vol.36 no.2 Madrid mar./abr. 2019  Epub 27-Ene-2020

https://dx.doi.org/10.20960/nh.2466 

REVISIONES

Ácidos grasos trans y ácido linoleico conjugado en alimentos: origen y propiedades biológicas

Trans fatty acids and conjugated linoleic acid in food: origin and biological properties

P. Gómez-Cortés1  , M. Ángel de la Fuente1  , M. Juárez1 

1Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación. CIAL (CSIC-UAM). Universidad Autónoma de Madrid. Madrid. Spain

RESUMEN

Los ácidos grasos trans (AGT) son componentes lipídicos minoritarios que se encuentran en distintos alimentos, entre ellos, aquellos derivados de animales rumiantes, que han merecido atención por su relación con el riesgo de incidir en enfermedades cardiovasculares. El origen de los AGT en los alimentos se encuentra mayoritariamente en los procesos de hidrogenación industrial de aceites vegetales insaturados y en las reacciones enzimáticas de biohidrogenación que tienen lugar, de forma natural, en el tracto digestivo de los rumiantes. Aunque las moléculas que se generan por ambos mecanismos son similares, la distribución isomérica de los AGT es muy diferente, lo que puede generar diferencias a la hora de evaluar los efectos biológicos derivados de su consumo. Las grasas vegetales parcialmente hidrogenadas son abundantes en ácido elaídico (trans-9 18:1) y trans-10 18:1 entre otros. En contraste, el ácido vacénico (trans-11 18:1) es el principal AGT presente en la leche y otros productos derivados de rumiantes, siendo además precursor fisiológico del ácido linoleico conjugado, un componente al que se atribuyen numerosos efectos beneficiosos para la salud. En este artículo se actualizan los efectos biológicos y las potenciales propiedades bioactivas de estos ácidos grasos.

Palabras clave: Ácidos grasos trans; Ácido linoleico conjugado; Alimentos; Salud

ABSTRACT

Trans fatty acids (TFA) are minor lipid components present in different foods, including ruminant derived products, which have received great attention due to their relationship with cardiovascular disease risk. The origin of TFA in food is mainly related to the industrial hydrogenation processes of unsaturated vegetable oils, but they can also occur naturally in the digestive tract of ruminants by enzymatic biohydrogenation reactions. Both mechanisms generate similar TFA compounds. However, TFA consumption may exert different biological effects depending on the isomeric distribution, which is strongly influenced by the dietary source (i.e., industrial or natural). Industrial partially hydrogenated vegetable fats are rich in elaidic (trans-9 18:1) and trans-10 18:1 fatty acids, among others. In contrast, vaccenic acid (trans-11 18:1) is the major TFA isomer detected in milk and other ruminant derived products. Vaccenic acid is the physiological precursor of conjugated linoleic acid, a bioactive lipid with beneficial effects on human health. This article provides updated information on the biological effects and potential bioactive properties of TFA considering both, their chemical structure and provenance.

Key words: Trans fatty acids; Conjugated linoleic acid; Food; Health

INTRODUCCIÓN

No existe una definición unánime de ácido graso trans (AGT) que concierna a toda la comunidad científica. La European Food Safety Authority (EFSA) los define como "todos aquellos ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados que tengan al menos un doble enlace en configuración trans" 1. Sin embargo, la Comisión Mixta FAO/OMS 2 del Codex Alimentarius tiene una visión más restrictiva y considera AGT solo aquellos "ácidos grasos insaturados que contienen uno o varios dobles enlaces aislados (no conjugados) en una configuración trans" coincidiendo con la definición que algunos países como Estados Unidos, Canadá y Dinamarca dan de estos componentes en su legislación 3. Esta restricción es importante puesto que la grasa láctea es de los pocos alimentos que poseen cantidades apreciables de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) con dobles enlaces conjugados, algunos de ellos con configuración trans, y el valor nutricional de los mismos puede ser relevante, tal y como se expondrá posteriormente.

En términos generales, los ácidos grasos (AG) insaturados de las grasas de origen vegetal y buena parte de origen animal poseen dobles enlaces provistos de configuración geométrica cis. Sin embargo, los AGT también se encuentran de forma natural en alimentos derivados de rumiantes, como la carne, el queso o la leche. Desde el punto de vista estructural, un doble enlace cis produce una acodadura en la cadena hidrocarbonada, formando un ángulo de 30°, a diferencia de la configuración trans, que se asemeja a una estructura lineal característica de las cadenas saturadas. Estas diferencias estructurales derivadas de la configuración de los dobles enlaces condicionan las propiedades físicas y químicas de los AG presentes en los distintos alimentos.

ORIGEN DE LOS ÁCIDOS GRASOS TRANS

Las dos principales fuentes de AGT en los alimentos son los procesos de hidrogenación industrial (HI) de grasas vegetales ricas en AG insaturados y la biohidrogenación ruminal (BHR) que ocurre en el tracto digestivo de los animales rumiantes. La HI se desarrolló a principios del pasado siglo y consiste en introducir gas hidrógeno en aceites vegetales ricos en AG insaturados, bajo condiciones variables de presión y temperatura, en presencia de un metal como catalizador. Mediante esta tecnología, los AG insaturados se hidrogenan parcial o totalmente generando grasas sólidas o semisólidas menos susceptibles a la oxidación. Si el producto se hidrogena a saturación, se obtiene una grasa completamente saturada y de alto punto de fusión, libre de isómeros cis y trans. Si la HI se realiza bajo condiciones controladas (hidrogenación parcial), se obtiene una mezcla de AG saturados, monoinsaturados, y pequeñas cantidades de PUFA, con isomería cis y trans. Dado que la configuración trans es más estable, en este proceso la mayoría de los dobles enlaces de los AG se transforman de cis a trans o cambian de posición dentro de la cadena hidrocarbonada. Los contenidos de AGT y de isómeros formados en la HI son muy variables y dependen de parámetros como el tipo de AG insaturados presentes en el aceite de partida, la naturaleza del catalizador y las condiciones de hidrogenación. Los AG que se forman son, principalmente, isómeros geométricos y posicionales del ácido oleico (cis-9 18:1). El perfil isomérico de los AGT de estos productos se atiene a una distribución gaussiana con los contenidos más elevados para las moléculas trans-9, trans-10, trans-11 y trans-12 18:1 (Fig. 1), siendo el ácido elaídico (trans-9 18:1) el más estable y más abundante.

Figura 1 Distribución de los isómeros trans 18:1 en grasa láctea de vaca (A) y grasa vegetal hidrogenada (B). El eje de abscisas muestra la posición del doble enlace en la cadena hidrocarbonada. Tomada con permiso de Gómez-Cortés y cols. 10

El proceso de BHR se produce de forma natural en el rumen, la principal cavidad digestiva de las especies animales poligástricas. Es el resultado de la acción de enzimas de la microbiota digestiva que transforman los AG insaturados de la dieta en saturados, siendo los AGT intermediarios de estas reacciones enzimáticas. La BHR es un mecanismo de defensa de los microorganismos contra la toxicidad que para ellos representa la presencia de PUFA. Debido a la BHR, la mayor parte de los ácidos oleico, linoleico y α-linolénico aportados por la dieta se terminan transformando en ácido esteárico (18:0). Sin embargo, el proceso no es completamente eficiente y resulta en la acumulación ruminal de numerosos AG mono- y poliinsaturados característicos (isómeros cis y trans de los ácidos oleico, linoleico y α-linolénico) que pasan al torrente sanguíneo y se transfieren a la glándula mamaria. Es importante destacar que su presencia en la grasa láctea se relaciona directamente con los AG insaturados mayoritarios presentes en la ración de los animales 4,5,6.

Alimentos como la leche, el queso y la carne de rumiantes contienen entre 1-5% de AGT de forma natural. Entre estos, los AG monoinsaturados de 18 átomos de C son los más abundantes. El trans-11 18:1, también conocido como ácido vacénico (AV), es el isómero cuantitativamente más importante y constituye en torno al 50% de los ácidos trans 18:1 totales. En menor proporción estarían los isómeros desde el trans-4 hasta el trans-16 18:1 (Fig 1). En definitiva, las grasas producidas por HI y BHR presentan isómeros trans comunes, pero las proporciones individuales de cada uno de ellos varían sustancialmente.

Los AGT en la dieta también pueden tener su origen en los procesos de desodorización, tras el refinado de aceites vegetales o de pescado, o en el calentamiento de los aceites a altas temperaturas, en general en niveles del 0,2 al 1%. Se ha documentado que a 150 °Cse iniciaba la formación de AGT y se incrementaba significativamente a temperaturas superiores a 220 °C, siendo el contenido en AGT dependiente también del tiempo de calentamiento 3,7,8.

ORIGEN DEL ÁCIDO LINOLEICO CONJUGADO

CLA, derivado del inglés conjugated linoleic acid, es el acrónimo que comprende el grupo de isómeros de ácido linoleico con dobles enlaces conjugados con distinta posición y geometría (cis o trans). La mayor fuente de CLA en la dieta humana es casi exclusivamente la carne de rumiante y, principalmente, los productos lácteos a los que no se ha separado la grasa 9. La concentración total de CLA en leche proveniente de rumiantes no sometidos a regímenes especiales de alimentación oscila entre el 0,3 y el 1,0% del total de AG 10.

Los isómeros conjugados del ácido linoleico en los productos derivados de rumiantes presentan posiciones de los dobles enlaces de 7-9 a 12-14 y cubren las cuatro configuraciones geométricas posibles (cis-cis, cis-trans, trans-cis y trans-trans). El principal isómero es el ácido ruménico (cis-9, trans-11 18:2, AR), que representa al menos el 75% del CLA total. Otros isómeros como el trans-10 cis-12 18:2 también están presentes de forma natural en la fracción lipídica de los productos lácteos, pero en cantidades muy bajas (Tabla 1).

Tabla I Contenido mínimo y máximo (% de ácidos grasos totales) de isómeros del ácido linoleico conjugado individuales en leche de vaca, oveja y cabra 

Los datos han sido tomados de Ferlay y cols. 6* y Shingfield et al. 5†. NR: no reportado.

Las dos vías de síntesis del AR en rumiantes son las que parten de los ácidos linoleico y α-linolénico presentes en la dieta del ganado (Fig. 2). Una parte del AR se genera directamente en el rumen por isomerización directa del ácido linoleico. Sin embargo, la mayoría del AR que finalmente termina en la grasa láctea se sintetiza de forma endógena en la glándula mamaria. El AR se forma por desaturación del doble enlace del carbono 11 del AV generado en el rumen, gracias a la enzima ∆-9 desaturasa (Fig. 2). Se ha estimado que el porcentaje de AR de origen endógeno es, al menos, el 60% del total presente en la leche 11.

Figura 2 Rutas metabólicas de formación de cis-9 trans-11 18:2 (ácido ruménico) en grasa láctea de rumiantes a partir de ácido linoleico y ácido α-linolénico. Tomada de De la Fuente y Juárez 56

ÁCIDOS GRASOS TRANS Y SALUD. EVIDENCIAS CIENTÍFICAS

CONSIDERACIONES GENERALES

Desde que Mensink y Katan 12 reportaron por primera vez que la ingesta de AGT favorecía el incremento de las lipoproteínas de baja densidad (LDL-colesterol) y disminuía las de alta densidad (HDL-colesterol) en plasma humano, se han realizado multitud de estudios dirigidos a evaluar la incidencia de estos AGT en las enfermedades cardiovasculares (ECV). La EFSA 1 concluyó que existe una alta correlación entre ambos y la Comisión Europea 13 proporcionó información sobre la presencia de grasas trans en los alimentos y en la dieta general de la población de la Unión Europea y describió la relación entre el consumo de grasas trans y el riesgo de ECV.

Mozaffarian y cols. 14 observaron que una ingesta diaria de AGT superior al 2% de la energía total de la dieta incrementa significativamente la incidencia de ECV. Este aumento es directamente proporcional a la cantidad de AGT ingerida en un amplio intervalo de ingesta, de 1,3 a 16,1 g/día.

La Organización Mundial de la Salud recomienda consumir no más del 1% de AGT sobre la ingesta diaria total de energía 15. En Europa, las recomendaciones para AGT oscilaron entre ≤ 2 E% (Francia, Reino Unido) y ≤ 1E% (Bélgica, Países Bajos, Alemania-Austria-Suiza, España) 1,8. Las directrices más recientes de las asociaciones profesionales en Europa (Sociedad Europea de Cardiología) y Estados Unidos (American Heart Association; American Diabetes Association) y el United States Department of Agriculture (USDA) indican que el consumo de TFA debe ser lo más bajo posible (citadas en referencia 8). Todo lo anterior y la reformulación de alimentos con procesos tecnológicos mejorados están facilitado la comercialización de productos de origen industrial con bajo contenido de AGT.

En cualquier caso, es importante especificar el origen de los AGT, ya que los efectos podrían depender del contenido en los distintos isómeros individuales que, como se ha indicado anteriormente, varían con cada tipo de grasa.

La fuente principal de AGT en la dieta humana son, en general, las grasas vegetales parcialmente hidrogenadas pese a que, como se ha indicado, están también presentes en la grasa de los alimentos de rumiantes 16. Actualmente el contenido medio de AGT en alimentos está disminuyendo y su aporte, frente al conjunto de la ingesta total de energía, se encuentra en torno al 1% 17. Además, distintas evidencias científicas apuntan que el consumo de cantidades moderadas de AGT procedentes de la grasa de leche no contribuiría a aumentar los riesgos cardiovasculares por la ingesta de productos lácteos 18.

Se ha argumentado que el bajo impacto negativo de los AGT de origen lácteo en la salud sería una consecuencia de la ingesta limitada de este tipo de grasa en la dieta. Un ensayo clínico documentó que niveles muy altos de AV (diez veces más que la cantidad que se consume normalmente) tuvieron efectos similares sobre los factores de riesgo de ECV a los que producían los AGT de origen industrial 19. Más recientemente, un informe de la EFSA 8 sugiere que las evidencias disponibles son insuficientes para establecer si existe una diferencia entre los AGT de origen natural e industrial consumidos en cantidades equivalentes en relación con el riesgo de ECV. Sin embargo, la mayoría de los estudios declaran que la asociación positiva entre el consumo de AGT y el riesgo de ECV se explica por la ingesta de AGT de origen industrial 20,21,22. Una revisión más reciente relacionada con los AGT de rumiantes deja claro que no se les puede atribuir ningún efecto fisiológico adverso convincente y que solo un consumo extremadamente alto causaría efectos negativos sobre los lípidos del plasma 23.

EFECTOS ESPECÍFICOS DE ISÓMEROS TRANS-18:1 INDIVIDUALES

Las conclusiones de los estudios anteriormente mencionados están basadas en el supuesto de la existencia de dos grupos diferenciados de AGT, según procedan de la HI o de la BHR. Sin embargo, durante mucho tiempo, los efectos en la salud de los AGT han ignorado el papel de los isómeros individuales, probablemente debido a su dificultad de análisis y falta de patrones comerciales. Vahmani y cols. 24,25 describieron en dos estudios, en adipocitos de ratón y células hepáticas humanas, que los isómeros trans-18:1 se metabolizan de manera diferente y tienen distintas propiedades lipogénicas, en las que la posición del doble enlace desempeñaría un papel esencial. El AV y el isómero trans-13, por ejemplo, mostraron una mayor afinidad por la enzima ∆-9 desaturasa, mientras que el isómero trans-9 18:1 favorecía la expresión de distintos genes lipogénicos.

Field y cols. 26 revisaron la información publicada sobre los efectos del AV en distintas líneas celulares, modelos animales y humanos. Concluyeron que los estudios hasta esa fecha no avalaban una relación entre el AV y las ECV, la resistencia a la insulina o la generación de procesos inflamatorios. Desde entonces, diversas investigaciones han atribuido una serie de efectos positivos para la salud específicamente al AV. Un ensayo de toxicidad oral aguda en ratas alimentadas con una grasa láctea fuertemente enriquecida en AV disminuyó significativamente el contenido de TG en plasma sanguíneo, sin generar efectos metabólicos perjudiciales ni influir negativamente en los biomarcadores lipídicos 27. Otros estudios más recientes con modelos animales han acumulado nuevas evidencias sobre las ventajas metabólicas de la presencia de AV en la dieta 28,29,30.

Aparentemente, la importancia del AV radica en su papel como precursor de AR, uno de los compuestos bioactivos más relevantes presentes en la grasa de la leche (ver la siguiente sección). Inicialmente, se creía que la síntesis endógena de AR solo se producía en la glándula mamaria de rumiantes, pero se ha demostrado que este isómero de CLA también se sintetiza en tejidos humanos gracias a la acción de la enzima ∆-9 desaturasa 9. Además, hay evidencias crecientes que sugieren que el AV sería un AG bioactivo por sí mismo, independiente de su papel como promotor o sustrato enzimático para la formación de AR. Por ejemplo, se ha documentado que el AV suprime la proliferación de células MCF-7, indicando que este isómero ejercería un efecto anticancerígeno 31. Otros trabajos en modelos animales han revelado también potenciales propiedades antiinflamatorias de VA, que podrían ser desempeñadas al margen de su papel como sustrato para la síntesis de AR 32,33.

Los isómeros trans monoinsaturados distintos de 18:1 también se pueden encontrar en la grasa de la leche en pequeñas cantidades 34, pero sus efectos en la salud humana son muy poco conocidos. Solo el trans-9 16:1, un biomarcador natural de grasa de leche, ha merecido cierta atención. La presencia de este isómero en humanos se ha asociado con la menor incidencia de diabetes 35,36, la menor mortalidad relacionada con la ECV y la disminución de muerte súbita cardiaca 37. Estas evidencias indican el interés de más investigación sobre el mismo en el futuro.

EL CLA COMO COMPONENTE BIOACTIVODE LA LECHE. ÁCIDO RUMÉNICO

Desde la identificación del CLA como un compuesto capaz de inhibir la carcinogénesis 38, la investigación sobre este grupo de AG ha experimentado un crecimiento exponencial. Los efectos potencialmente beneficiosos atribuidos al CLA en la literatura científica son múltiples (Fig. 3). Entre ellos, cabe destacar su papel como agente antitumoral 39,40,41 y antiarterioesclerótico 42,43,44. La mayoría de estas propiedades bioactivas se han relacionado con dos isómeros, el trans-10 cis-12 y el AR. Como ya se expuso previamente, el primero es muy escaso en leche mientras que el segundo es abundante en dicho alimento.

Figura 3 Efectos beneficiosos del ácido linoleico conjugado (CLA) observados en experimentos in vitro y con modelos animales. Tomada de De la Fuente y Juárez 56

Los distintos efectos bioactivos observados para el AR y el trans-10 cis-12 18:2 pueden ser atribuidos a las diferencias estructurales entre las dos moléculas que son derivadas de la posición y la geometría de los dos dobles enlaces (Fig. 4). El trans-10 cis-12 18:2 se oxida más eficientemente que el AR 45 porque sus dobles enlaces están más expuestos y, como resultado, su papel se relaciona con procesos catabólicos como la lipolisis o la oxidación de grasas. En contraste, el AR se ha asociado mayoritariamente a efectos anabólicos y antiinflamatorios 6,46,47.

Los procesos inflamatorios celulares subyacen en la patogenia de las ECV, la diabetes, las infecciones virales o el cáncer y el AR ha demostrado un gran número de efectos positivos contra la respuesta inflamatoria en distintos modelos in vitro y animales 48. Esta actividad antiinflamatoria estaría vinculada a dos vías metabólicas que concurren en las células, la plasmática y la nuclear.

Figura 4 Estructura química del trans-11 18:1, cis-9 trans-11 18:2 y del trans-10 cis-12 18:2. Tomada de Gómez-Cortés y De la Fuente 57

En la vía plasmática, el AR intervendría disminuyendo la síntesis de eicosanoides (citoquinas, tromboxanos, prostaglandinas) proinflamatorios que se originan a partir del metabolismo del ácido araquidónico (20:4 n-6) y su precursor celular, el ácido linoleico. El AR competiría con estos AG por las mismas rutas enzimáticas. En primer término, el AR dificultaría la síntesis de 20:4 n-6 a partir de linoleico. Por otro lado, el AR contribuiría a disminuir la formación de eicosanoides proinflamatorios generados a partir de 20:4 n-6, compitiendo por las mismas ciclooxigenasas y lipoxigenasas. Globalmente la producción de eicosanoides conjugados estaría relacionada con la prevención de procesos de inflamación, vascularización, promoción de tumores y respuesta inmune 49,50.

En la vía nuclear, el AR operaría como un ligando de alta afinidad de los denominados receptores activados por proliferadores peroxisómicos (PPAR, por sus siglas en inglés). Aquellos PPAR activados por el AR actuarían como reguladores negativos de genes diana implicados en la modulación de la inflamación, carcinogénesis, adiposidad, diabetes y generación de enfermedades cardiovasculares 48,50,51.

En comparación con los resultados observados en modelos animales, los efectos positivos de la ingesta de CLA en ensayos en humanos son más limitados. Una posible explicación es que, en animales, los ensayos se han realizado con concentraciones más altas de CLA y la dosis en la dieta sería un factor determinante. Desafortunadamente, hasta la fecha, los estudios de intervención en la dieta humana que evalúen el consumo de productos lácteos enriquecidos en AR son muy escasos. Tricon y cols. 52 no detectaron modificaciones significativas en los biomarcadores inflamatorios después del consumo de diferentes productos lácteos enriquecidos en AR (1,40 g/día), mientras que Sofi y cols. 53) observaron una reducción significativa de las citoquinas inflamatorias tras la ingesta de queso de leche de oveja enriquecido en AR (0,14 g/día). Penedo y cols. 54 midieron también disminuciones de interleuquinas proinflamatorias en adultos tras el consumo de mantequillas enriquecidas en AR (1,00 g/día). Por su parte, Jaudszus y cols. 55 observaron en un ensayo piloto que la suplementación dietética con AR purificado disminuía moderadamente la respuesta inflamatoria a nivel celular en niños con asma. Aunque esta información proviene de un número limitado de estudios, son evidencias prometedoras que sugieren que el consumo de AR sería útil para reducir la respuesta inflamatoria y así prevenir ciertas patologías de nuestro tiempo relacionadas con el proceso inflamatorio.

CONCLUSIONES

El consumo de AGT presentes en los alimentos se ha relacionado con una mayor incidencia en ECV, frente al consumo de otros AG mono o poliinsaturados. Aunque las fuentes principales de AGT en los alimentos, grasas vegetales parcialmente hidrogenadas y productos derivados de rumiantes, carne y productos lácteos contienen AGT comunes, los contenidos de los distintos isómeros difieren sustancialmente. Las últimas evidencias científicas disponibles sobre los efectos del AV, el isómero predominante en alimentos derivados de rumiantes, en la salud no indican una asociación con ECV o procesos inflamatorios.

La carne de rumiantes y la leche y los productos lácteos, con grasa, son la principal fuente natural del CLA en la dieta. Aunque los ensayos clínicos en humanos son limitados, los resultados de investigación disponibles evidencian una asociación positiva en ECV, reducción de inflamación y otras enfermedades.

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ARTÍCULO 4

PSICOLOGÍA DE LA SALUD, EPIDEMIOLOGÍA Y PREVENCIÓN

"Consumo de drogas": la construcción de un problema social

"Consume of drugs": the construction of a social problem

Slapak, Sara1; Grigoravicius, Marcelo2

1 Directora del proyecto de investigación UBACyT P051 "Evaluación de cambio psíquico de niños en psicoterapia psicoanalítica" (Programación 2004-2007). sslapak@psi.uba.ar
2 Becario de Doctorado UBACyT (2004-2007) "Contexto familiar y consumo de sustancias psicoactivas en niños entre 10 y 12 años", con la dirección de Sara Slapak.

Resumen
El presente trabajo forma parte del marco teórico de una investigación desarrollada mediante una beca UBACyT de doctorado, cuyo propósito es indagar el consumo de sustancias psicoactivas en niños escolarizados.
Se presenta un recorrido histórico acerca del uso de dichas sustancias en diferentes sociedades y culturas describiendo los significados que suelen asociársele. Asimismo, se aborda el surgimiento, a partir del siglo XX, de la política prohibicionista de determinadas sustancias psicoactivas a nivel internacional. Se analiza la manera en que dichas medidas repercuten en la percepción social sobre el fenómeno del consumo de sustancias, resultando de utilidad para la comprensión de los procesos intervinientes, recurrir a la teoría de las representaciones sociales desarrollada por la Psicología Social.
Se concluye que el "problema de las drogas" es resultado de un largo proceso de construcción social, que repercute en diferentes ámbitos, e incide en las políticas implementadas sobre el tema.

Palabras clave: Sustancias psicoactivas; Historia; Representaciones sociales

Abstract
The following paper is a part from the theorical frame of an investigation that is developing by an UBACyT doctoral scholarship, witch purpose is to inquiry the use of psychoactive substances in scholar children.
An historical review about the use of those substances in different societies and cultures is presented. Also it is analyzed the beginning in the XX century of the prohibitive politics of some psychoactive substances wordwide. It is analyzed the way that those politics influence the social perception about the use of substances phenomenon, resulting very useful to comprehend the processes involved, to use the social representations theory.
As a conclusion we can say that the "drugs problem" is the result of a long process of social construction that influences different areas and repercutes on the politics being applied in the subject.

Key words: Psychoactive substances; History; Social representations

Introducción
El uso de sustancias psicoactivas no siempre fue percibido como un problema social; aparece como tal sólo recientemente en la historia de la humanidad, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. De hecho, se sabe que los seres humanos han consumido sustancias psicoactivas desde hace decenas de miles de años, sin que ello representara un problema para la sociedad.
Sociedades diferentes, con culturas diferentes tienen distintas maneras de concebir la realidad, así como una misma sociedad transforma su manera de interpretar la realidad a consecuencia del devenir histórico, y de los cambios políticos, sociales o económicos. Por esto, es importante realizar un recorrido histórico que permita comprender la evolución de un fenómeno milenario que encuentra diferentes particularidades según el contexto histórico-social de que se trate. Tal es así, que el uso de determinadas sustancias que para nuestra cultura y momento histórico son de uso cotidiano, como el café, el alcohol o el tabaco, fueron severamente prohibidas y reprimidas en otros momentos y por otras sociedades; por el contrario se permitía y alentaba el uso de ciertas sustancias como el cannabis, el opio o plantas alucinógenas, que hoy en día se encuentran prohibidas en nuestra sociedad.
En el presente trabajo se realizará un breve recorrido histórico sobre la cuestión, que forma parte de la construcción del marco teórico de una investigación en curso, cuyo propósito es indagar y comprender uno de los aspectos del complejo problema del consumo de sustancias psicoactivas, referido al descenso en la edad de inicio en el consumo1.

Desarrollo
Un consumo milenario
El uso de sustancias psicoactivas se remonta al comienzo mismo de la humanidad; casi en la totalidad de los más antiguos grupos y tribus de cazadores y recolectores, y en diferentes lugares del planeta, los científicos han descubierto el uso de algún tipo de sustancia psicoactiva acompañando cultos mágico-religiosos y actividades médico-terapéuticas. Cabe aclarar que para muchos pueblos, medicina, magia y religión eran en un principio prácticas casi indisolubles; en ellas se utilizaban numerosas variedades de hierbas, hongos y plantas que contenían múltiples principios psicoactivos. Dichas prácticas se encontraban estrechamente vinculadas a la concepción misma de enfermedad: sinónimo de castigo divino y de impureza, requería como correlato practicas terapéuticas asociadas a la magia y la religión. Es decir, el consumo de sustancias psicoactivas estaba íntimamente ligado a factores culturales, incluido y a la vez condicionado por las particularidades de las respectivas cosmovisiones. Asimismo se ha demostrado el uso de sustancias psicoactivas en diversas ceremonias de iniciación y en rituales de pasaje a la adultez, en numerosos grupos humanos.
Con la adquisición de conocimientos sobre técnicas agrícolas, el ser humano comienza a desarrollar mejoras en muchas de las especies vegetales silvestres; esto mismo ocurre con las especies que contienen principios psicoactivos. Un claro ejemplo es lo que ocurre con la adormidera; existen indicios del cultivo de dicha especie en Europa fechables hacia el siglo 25 a.C.; asimismo, se han encontrado indicios de plantaciones de cannabis en China fechables hacia el año 4000 a.C. y se conocen infinidad de bebidas alcohólicas en la antigüedad remota debidas a la fermentación de muy diversos vegetales.
En cuanto a los registros escritos, se tiene noticias del uso de adormidera a través de una tablilla sumeria que se remonta al tercer milenio a.C.; asimismo, se hallaron registros escritos babilónicos acerca del consumo de mandrágora y cannabis. Incluso el célebre Código de Hammurabi (siglo 18 a.C.) hace alusión al consumo de vino de dátiles, penando fuertemente su adulteración en el artículo 108. A partir del hallazgo del Papiro de Ebers (siglo 12 a.C.), considerado una de las farmacopeas más importantes del Antiguo Egipto, pudo constatarse el uso de diversas sustancias psicoactivas en preparados medicinales, como ser la adormidera, la mandrágora, el cannabis y algunas bebidas alcohólicas. Cabe destacarse que en el Antiguo Egipto, las recomendaciones morales sólo tenían lugar para algunos casos aislados en los que se observaba el abuso de alcohol. Del mismo modo, en varios pasajes bíblicos se hace alusión al consumo de vino, adoptando una actitud ambivalente, por un lado se celebra sus bondades para con el hombre y por otro lado, se condena el consumo excesivo por parte de sacerdotes y profetas.
A pesar de la imposibilidad de realizar aseveraciones determinantes debido a la heterogeneidad y el estado lacunario de las fuentes, puede observarse que, no obstante lo extendido del uso de sustancias psicoactivas en la Antigüedad, su consumo parece no representar un problema social universal. Si bien existen registros acerca de recomendaciones y preceptos morales, se dirigían casi exclusivamente a casos aislados con consumos excesivos, o al uso profano, pero no hacia las sustancias psicoactivas en sí mismas (Escohotado, A.; 1995).

Ciencia, moral y religión
Con el tiempo, lo que antiguamente estaba indisolublemente ligado comienza a separarse. Coincidente con cierta secularización de la medicina, que basándose en las ideas de Hipócrates y Galeno se aparta cada vez más de la magia y la religión, aparece un nuevo uso de sustancias psicoactivas. De esa época proviene la utilización de la noción griega de droga que se expresaba mediante el término phármakon, que indica a la vez la idea de remedio y veneno, las dos significaciones inseparablemente; ningún fármaco era considerado inocuo ni altamente peligroso en sí mismo, sino que la frontera entre el remedio y el veneno estaba dada por el uso que las personas hacían de las sustancias, específicamente de la dosis utilizada. Hubiera resultado inadmisible en esa época pensar en drogas "buenas" o "malas" para el ser humano, ya que el concepto se encontraba despojado de valores morales. Este sentido se evidencia en la inexistencia de una regulación expresa sobre el consumo de sustancias psicoactivas; y si bien, como ya se ha mencionado, existen momentos de la Antigüedad en que se condena el uso de ciertas sustancias, el hecho mismo del consumo no está legalmente prohibido, sino sólo mal visto, condenado moralmente.
Cuando el Imperio romano se cristianiza, la fusión del Imperio y la Iglesia trae aparejada la desaparición del concepto de phármakon; ya no existen sustancias que puedan resultar remedio o veneno según el uso que se haga de ellas, sino que tan sólo el simple uso de cualquier planta, hongo o arbusto utilizados con frecuencia en las religiones pre-cristianas comienza a relacionarse con actividades satánicas y heréticas. El objetivo es reducir al mínimo las practicas religiosas que no fueran cristianas; se desencadena entonces, la persecución, el castigo, la tortura, y la muerte de personas que utilizan sustancias psicoactivas diferentes del vino -única sustancia psicoactiva legitimada por la liturgia cristiana-. El uso de ciertas sustancias comienza a relacionarse con la desviación, el pecado y la brujería; de esta manera aparece en escena un severo sistema legislativo y punitivo sobre el uso de sustancias psicoactivas. La tendencia represiva se reflejó asimismo en la destrucción de los conocimientos farmacológicos de la Antigüedad, condenándose todo uso de sustancias hasta en sus usos médico-terapéuticos, lo que representó una gran involución para la medicina como ciencia. Cabe destacar en este periodo que, contrariamente a lo esperado, el fenómeno perseguido se multiplicaba en lugar de disminuir alcanzando proporciones inusitadas, dejando como resultado la muerte de miles y miles de personas.
A partir de las cruzadas y el consecuente conocimiento de la medicina árabe y su rica farmacopea, las sustancias psicoactivas comienzan a reinstalarse lentamente en Europa de la mano de prácticas médico-terapéuticas. De esta forma renace la farmacología como una disciplina separada de la magia, la brujería y la hechicería. Resulta interesante señalar que durante el Medioevo y comienzos del Renacimiento el consumo de alcohol alcanza altísimos niveles; no sólo el consumo del vino, sino de bebidas blancas, generadas gracias a la nueva utilización del alambique -de origen árabe- para la destilación del alcohol, empresa llevada a cabo en el interior de muchos conventos y monasterios europeos. El surgimiento de los estados nacionales modernos produce numerosos cambios en casi todos los ámbitos. La autoridad de la fe cede el paso a la autoridad de la razón y por lo tanto muchas de las sustancias psicoactivas otrora prohibidas y perseguidas son ahora utilizadas por la medicina que resurge como ciencia moderna, junto a la química, la botánica y otras disciplinas, separándose de la consideración moral, de la magia y la brujería. Los desarrollos y descubrimientos de la bioquímica moderna propulsan el conocimiento acabado sobre la estructura, el funcionamiento y el uso de diversas sustancias psicoactivas.
Durante el siglo XIX se descubren y aíslan los principios activos contenidos en numerosas especies vegetales; por esta razón los vegetales dejan de poseer características místicas o mágicas para comprenderse desde sus principios químicos. A partir de este momento son pasibles de ser investigadas, utilizadas con fines terapéuticos y por ende comercializadas. Los laboratorios europeos producen y comercializan legalmente casi la totalidad de las sustancias psicoactivas descubiertas hasta el momento, como la morfina, la heroína, la cocaína, el éter y el cloroformo, entre otras. Hacia el año 1900 todas las drogas conocidas hasta el momento se encuentran a la venta en todas las farmacias europeas, americanas y asiáticas. Existe un uso moderado pero generalizado de dichas sustancias, y aunque se registran casos de adicción aislados, su existencia no supone un problema social, ni sanitario, ni jurídico, ni policial (Escohotado, A.; 1995; Vigarello, G; 1994).

La política prohibicionista
Diversos autores (Del Olmo, R.; 1992; Escohotado, A.; 1995; Gonzalez Zorrilla, C., 1987; Santino, U.; La Fiura, G.; 1993) señalan que uno de los factores fundamentales para el cambio de posición respecto del consumo de sustancias psicoactivas, puede ubicarse en ciertos movimientos sociales que comienzan a gestarse en los Estados Unidos a fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Por un lado, una creciente condena moral generalizada en la sociedad estadounidense, hacia el consumo de ciertas sustancias asociadas a poblaciones y sectores sociales marginados y discriminados por dicha sociedad, como los negros y los inmigrantes chinos y mexicanos. Por otro lado, el cuerpo de instituciones médicas y farmacéuticas de Estados Unidos intentan consolidarse como un monopolio en cuanto a la prescripción de sustancias psicoactivas y comienzan a condenar la auto-administración, rechazando la venta libre en farmacias. Pueden ubicarse como raíces de tales movimientos, la moral protestante vigente en los siglos XVIII y XIX que hace de la abstinencia una obligación moral para el ser humano, pretendiendo proteger a los hombres de sus propios excesos; vale decir, protegerlos de sí mismos. Dichos preceptos morales, aunque continúan existiendo, fueron reemplazándose poco a poco por fundamentos de orden sanitario y social que se complementan con aquellos. Estas tendencias de origen diverso confluirán en políticas prohibicionistas que combinarán principios científicos y severos preceptos morales, condenando fuertemente el uso de ciertas sustancias psicoactivas.
Son las bases de un proceso, iniciado en Estados Unidos, que hace del consumo de sustancias no sólo un problema de salud, sino uno de orden público y de seguridad ciudadana, construyéndose de esta forma, una concepción moral del problema que será trasladado poco a poco a otras latitudes del mundo (Gonzalez Zorrilla, C., 1987). A instancias de Estados Unidos se convoca en 1909 a la Conferencia de Shangai, germen de futuras reuniones sobre regulación de producción y comercialización de sustancias. Las resoluciones tomadas en esa oportunidad versaban principalmente sobre el opio y no implicaban ninguna prohibición, sólo se trataba de recomendaciones; se proclama asimismo, el principio de limitar el uso de ciertas sustancias al estricto uso médico. Dichas resoluciones conforman el punto de partida de una era de legislación sobre sustancias psicoactivas, siendo el primer texto de derecho en la materia de alcance internacional (Santino, U.; La Fiura, G.; 1993). Asimismo otros autores señalan que si bien no produjo medidas legales determinantes, logró provocar un movimiento emocional y una sensibilización dentro de la comunidad internacional, que luego fue utilizado para una legislación con tendencia prohibicionista. Desde entonces se generó una preocupación creciente por regular la producción, el tráfico y el consumo de otras sustancias, dando lugar a una multiplicidad de convenciones, convenios y acuerdos internacionales que se suceden hasta nuestros días (Del Olmo, R; 1992).

Regulaciones internacionales
El "problema de las drogas" se logra incluir en la agenda internacional como un tema de preocupación creciente. La Convención de La Haya de 1912 es el puntapié del movimiento prohibicionista, ya no sólo del opio, sino de otras numerosas sustancias. Al finalizar la primera guerra mundial, las resoluciones tomadas en La Haya son incluidas en el Tratado de Versalles que, suscripto por numerosos países, difunde el movimiento prohibicionista en todo el mundo.
Esta tendencia ya se encontraba generalizada en Estados Unidos con una serie de restricciones a los usos no médicos de las sustancias psicoactivas; en 1920 se promulga el Volstead Act, más conocida como "Ley Seca", que prohibía la producción y el consumo de bebidas alcohólicas. La prohibición, en lugar disminuir el consumo de alcohol, genera mayores inconvenientes: creación del mercado negro; nuevos "delincuentes" que desafían la ley a través del consumo clandestino; aumento del número de personas encarceladas; aumento de la corrupción; y un fenómeno preocupante: las muertes por intoxicación debido a la adulteración del producto. A la sombra de la ley florece el pujante negocio del narcotráfico norteamericano y los grupos gangsters. Luego de una década, el fracaso de la prohibición se hace evidente y la ley se deja sin efecto (Escohotado, A.; 1995; Santino, U.; La Fiura, G.; 1993). Esta experiencia estadounidense es reveladora en el sentido de presagiar los resultados de la actual política prohibicionista. Hoy en día la penalización de la tenencia de ciertas sustancias ha contribuido a la criminalización de los usuarios, al aumento de la represión, al crecimiento de poderosos grupos de traficantes y a un aumento del mercado negro en el cual se comercializan sustancias altamente adulteradas, con serias consecuencias para la salud de los consumidores.
En 1925, durante la Conferencia de Ginebra, se constituye el primer organismo consultivo internacional para controlar el mercado de las drogas, sentando las bases de una extensa y compleja red de organismos internacionales dedicados al control de la producción de sustancias psicoactivas. Sin embargo, todavía en el único país que están expresamente prohibidas es en Estados Unidos. El espíritu prohibicionista se cristaliza con la firma de la Convención de Ginebra en 1931, donde se establece formalmente la lucha contra el consumo de sustancias, sobre todo las de origen natural como el opio, la coca y el cannabis. Algo diferente sucede con los psicofármacos como las anfetaminas y barbitúricos descubiertos en los años 30, que no obstante su conocida toxicidad y uso masivo, su control no fue impulsado hasta la década del 70. Lo mismo sucedió con el control de las benzodiacepinas cuyo consumo continúa siendo generalizado aun hoy en día.
En 1936 la firma del Convenio de Ginebra conlleva la aparición de penas y castigos no sólo para el tráfico ilícito, sino también para la tenencia de sustancias. Esta situación conlleva que numerosos usuarios de sustancias sean considerados como "delincuentes", ya que la sola tenencia de la sustancia para su consumo personal es considerada un delito. Esta figura legal que asocia al consumidor con un "delincuente" influye en casi todas legislaciones penales del mundo. Ante el aumento de las voces de protesta acerca de la persecución y penalización de los usuarios de sustancias, la legislación genera una figura de compromiso, en el cual el usuario no sólo es objeto de represión, sino también objeto de cuidados terapéuticos; curar y reprimir aparecen entonces como complementarios en las legislaciones sobre sustancias psicoactivas.
La Convención Única sobre Estupefacientes firmada en Nueva York en 1961 reemplaza todos los acuerdos anteriores y es adoptada por un centenar de estados. Incluye la regulación y prohibición de 108 productos, clasificados en cuatro listas; asimismo contempla medidas administrativas y represivas y una novedosa política de erradicación de cultivos en los países productores, generalmente ubicados en el Tercer Mundo, base de la política que se dio en llamar "guerra contra las drogas". Se abre así una brecha entre países consumidores industrializados y países productores subdesarrollados. Comienza de esta manera una prohibición general y absoluta con un riguroso control a escala planetaria. Las cuatro listas se confeccionan según una convención que acuerda como criterio el uso médico de las sustancias psicoactivas, agrupando en la lista I, por ejemplo, sustancias sin ningún uso médico, sometidas al mayor control legislativo y en la lista IV sustancias con numerosos usos médicos, sometidas a un control más leve. A partir del establecimiento de dichas listas, cada nueva sustancia descubierta será incluida en alguna de ellas para restringir su circulación. La existencia de estas listas pone en evidencia la idea según la cual, el único uso lícito de sustancias psicoactivas es aquel que tiene como objetivo el uso médico-científico; cualquier otro tipo de uso queda de esta manera, expresamente prohibido. Por otra parte, las sustancias que no poseen un uso médico-científico son consideradas en sí mismas peligrosas y por lo tanto objeto de prohibición, generándose de esta manera un círculo vicioso. Según este sistema de clasificación se agrupan sustancias que poco tienen que ver en cuanto a toxicidad, dependencia o tolerancia, por ejemplo agrupando en una misma lista sustancias con una fuerte dependencia física y tolerancia como la heroína, junto a sustancias con escasa dependencia y tolerancia como el cannabis. En este punto es interesante destacar que, muchas de las sustancias incluidas en la lista I tienen en común la asociación con la rebeldía social o individual y en cambio las otras listas incluyen algunas sustancias que si bien son más tóxicas desde el punto de vista farmacológico, no se vinculan con determinados sectores sociales (Santino, U; La Fiura, G; 1993).
El punto máximo de la evolución prohibicionista se alcanza con el Convenio sobre Sustancias Psicotrópicas de 1971 firmado en Viena, en el cual los estados parte se comprometen, no solo a restringir el consumo, sino a velar por el juicio y el estado de ánimo de sus ciudadanos, medida largamente discutida y que muchos autores señalan como opuesta a principios y derechos fundamentales de los individuos (Del Olmo, R.; 1992; Escohotado, A.; 1995; Gonzalez Zorrilla, C., 1987; Santino, U.; La Fiura, G.; 1993). Lo novedoso de este Convenio resulta en la intención de agregar a los listados existentes ciertas sustancias psicoactivas que no podían clasificarse como sustancias adictivas porque precisamente carecen de tal característica, como son el LSD y otros alucinógenos. Por esta razón hubo de buscarse una denominación que las comprendiera a todas, las que poseían propiedades adictivas y las que no, entonces la denominación pasó a ser sustancias psicotrópicas (psique y tropía: modificación de la mente).
La década del 80 representa el mayor esfuerzo institucional para reprimir el uso de las ahora drogas ilegales; su consecuencia es una creciente alarma social hacia el consumo de drogas ilegales y hacia los usuarios de dichas sustancias, alimentando estigmas y estereotipos. Se destina de esta manera el grueso del presupuesto a actividades de control y represión, en lugar de planes sociales o sanitarios (Escohotado, A.; 1995). En 1988 se aprueba en Viena una nueva Convención contra el tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias psicotrópicas, cuyo principal objetivo será la represión del tráfico y considerar como delitos la producción, comercialización, adquisición y tenencia de sustancias ilegales (Santino, U; La Fiura, G; 1993). La tendencia es a internacionalizar las medidas punitivas, que van siendo incorporadas por diferentes países del mundo.

Regulaciones nacionales
La mencionada evolución de la legislación prohibicionista internacional tiene su correlato en la legislación penal de nuestro país; se observa, desde la década del 70, la influencia de las resoluciones de los organismos internacionales en cuanto a la legislación y políticas locales respecto del problema de las drogas. De esta manera se desarrollan políticas caracterizadas por un fuerte sesgo estigmatizador: en 1974 se penaliza el consumo de sustancias por la ley n° 20771, y en 1982 el Servicio Penitenciario Federal inaugura en un penal bonaerense el Centro de Recuperación de Toxicómanos; allí se encontraban los detenidos por infracción a dicha ley, quienes además de cumplir con la pena privativa de la libertad, se los sometía obligatoriamente a tratamiento. En 1989 se sanciona la ley N° 23737, actualmente vigente, que prevé medidas de seguridad curativas y educativas como alternativa a la pena privativa de la libertad para quienes se consideren usuarios de drogas. Se observa así, como también en nuestro país, se combinan y complementan estrategias punitivas como la cárcel, con medidas terapéuticas y tratamientos de diversa índole (Touzé, G.; 1995) y que los tratados y convenciones internacionales inciden directamente en las políticas penales y de salud desarrolladas en nuestro país.

Consecuencias de la política prohibicionista
Todos estos años de legislación represiva han demostrado ser poco eficaces en cuanto sus objetivos explícitos de disminuir el consumo de ciertas sustancias; según diversas estadísticas oficiales, el consumo de sustancias aumenta de manera creciente en los últimos años en todo el mundo. La legislación prohibicionista aparece más bien como una legislación "simbólica", en el sentido de ilusión represiva, como si la mera existencia de una ley que prohíba el uso o tenencia conllevaría en sí misma la eliminación del uso de drogas, sistema que en la actualidad ofrece serias dudas en cuanto a su eficacia real. Mostrando una vez más la selectividad del sistema penal, la "lucha contra las drogas" pena más duramente a los eslabones inferiores de las cadenas como los consumidores o a los intermediarios pero muy raramente a los altos mandos del narcotráfico (González Zorrilla, C; 1987). Tomando algunas de las estadísticas oficiales de nuestro país, se observa, por ejemplo, que la infracción a la Ley de Estupefacientes N° 23737 se ha convertido en la primera causa de arresto entre las mujeres en nuestro país, alcanzando en 1998 al 51% de las mujeres presas (Rossi, A.; 2001). Cuando un hecho ilícito se eleva como causa principal de las condenas y crece en lugar de disminuir con la prohibición y la represión, cabe pensar que encubre procesos de control social condicionados por la moral vigente.
Al mismo tiempo desde la perspectiva socio-histórica, resulta interesante pensar que, hasta el momento en que el consumo de drogas se encontraba inmerso en un entramado simbólico cultural con estatuto cosmogónico, su producción y consumo permaneció totalmente limitado a ciertos sectores; al volverse un objeto de uso, y también un objeto de cambio, es decir, una mercancía, se produce un incremento inigualable en cuanto al consumo y producción. Por esto, lejos de ser algo extraño a nuestras sociedades, las drogas y el problema asociado a su consumo están íntimamente ligados a las sociedades capitalistas, enraizados en los mecanismos de producción, distribución, consumo y acumulación de bienes (Ehrenberg, A; 1994; González Zorrilla, C; 1987). Sin embargo, no debe perderse de vista que se trata de una sociedad que posee como contrapartida un rígido sistema de sanciones frente al consumo compulsivo.
La escalada de prohibiciones y medidas represivas han contribuido, por un lado, a la estigmatización y criminalización de los usuarios de sustancias ilegales, intensificando su exclusión social; en este sentido, el hecho de consumir sustancias prohibidas se transforma, muchas veces, en un obstáculo para el acceso a los servicios de salud. Por otro lado, la política prohibicionista contribuyó al aumento del mercado negro, la adulteración de las sustancias comercializadas, al enriquecimiento de los grupos de traficantes y al incremento de la corrupción. Al mismo tiempo, como efecto paradójico, se refuerza cierta fascinación por las sustancias prohibidas. La "guerra contra las drogas" como lema de dicha política, desembocó en la militarización de regiones favorables para el cultivo de ciertas especies vegetales, desencadenando numerosos conflictos armados, desplazamiento de miles de personas, desforestación y círculos viciosos de violencia. Puede concluirse que, casi un siglo de políticas prohibicionistas han dejado como paradójico resultado, un incremento inigualable del problema que se supone, intentan erradicar.

Aportes de la Psicología Social
Si bien la legislación prohibicionista ha sido un instrumento poco eficaz para evitar el consumo, ha sido muy eficaz en el aspecto conceptual o representacional, puesto que ha contribuido a cristalizar una serie de percepciones acerca de las sustancias y sus consumidores, fuertemente arraigada en los discursos sociales. La Psicología Social aporta conceptos de suma utilidad a los fines de explicar o comprender la interrelación existente entre legislación penal y discursos sociales, y su mutuo condicionamiento.
El consumo de sustancias concebido como problema es el resultado de un largo proceso de construcción social, que remite más a la percepción que se tiene del problema, que a los datos objetivos de la realidad. Berger y Luckmann (1997) señalan que, debido al hecho que la realidad se construye socialmente, la manera en que los individuos construyen su conocimiento se encuentra íntimamente ligada al contexto social en el que están inmersos; de allí que las realidades son para los hombres diferentes según la sociedad en la que viven. La representación que se tiene respecto de las drogas varía según las condiciones socio históricas y responden a determinantes morales, políticos y económicos, más que epidemiológicos y sanitarios. Según un informe de la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 205 millones de personas de todo el mundo consumen algún tipo de droga ilegal. Pero su efecto en las condiciones de salud, reflejadas tanto en mortalidad como en años de vida perdida por incapacidad, es mucho menor que el de las sustancias legales como el tabaco y el alcohol. Un 12% de los fallecimientos que suceden cada año se debe a las drogas autorizadas (el 8,8% al tabaco y el 3,2% al alcohol), frente a un 0,4% debido a las sustancias ilegales como el cannabis, el éxtasis, la cocaína y los opiáceos. Este informe concluye que las drogas legales causan 30 veces más muertes que las drogas ilegales (I.E.A.; 2004, marzo 31). Podría pensarse que la elevada proporción de mortalidad y morbilidad causada por las drogas legales está directamente relacionada a lo extendido de su consumo en la población general. En este punto, es interesante notar cómo actualmente, al implementar una política destinada a enfrentar los evidentes problemas para la salud asociados al consumo de tabaco, se recurre a la reproducción de una lógica prohibicionista.
Pese a las estadísticas, generalmente, los discursos y prácticas en materia de consumo de sustancias se centran exclusivamente en las sustancias prohibidas, haciendo hincapié en sus "temibles" consecuencias, siendo las drogas ilegales las que despiertan mayor "sensibilidad" en la población. Esta percepción repercute inevitablemente en la toma de decisiones políticas sobre el tema. Se asocia el consumo de drogas ilegales con la inseguridad ciudadana, la violencia, la juventud, la pobreza, el delito, el peligro económico, político, social y moral; generando en la sociedad un sentimiento de amenaza continua y de temor (Del Olmo, R; 1992). Esta concepción está fuertemente ligada a la política prohibicionista y al proceso de criminalización de los usuarios, a quienes se asocia con la delincuencia y la violencia.
El estudio sobre la relación existente entre consumo de drogas ilegales y violencia ha sido abordado desde diversas perspectivas con resultados heterogéneos, pero existe la coincidencia en asociar estos dos fenómenos -el consumo de sustancias y la violencia-, a pesar que las conductas violentas no puedan adjudicarse solamente al consumo de drogas (Del Olmo R; 1997).
Una mención aparte merecen los mensaje que apelan al temor y a la prohibición con el fin de persuadir a los demás, técnicas ampliamente difundidas al tratar el tema del consumo de sustancias. Diversas investigaciones dan cuenta de que la movilización del temor puede provocar reacciones contradictorias en las personas. Si bien por un lado se sostiene que los mensajes que infunden temor son mucho más persuasivos, al mismo tiempo se ha demostrado que la reacción emocional de temor puede paralizar a las personas o inhibir la puesta en marcha de acciones para hacer frente al temor, dejando de pensar en el peligro o bien despreocupándose (Vander Zanden, J.; 1990). Asimismo cuando los individuos se enfrentan con mensajes o situaciones en las cuales se les imponen restricciones a su libertad, se produce un fenómeno, que la Psicología Social ha denominado reactancia, por el cual las personas se resisten activamente a una obligación. Este fenómeno da por resultado el fracaso de las medidas coercitivas, logrando lo contrario de lo que originariamente se proponen (Baron, R.; Byrne, D.; 2005). Estos dos fenómenos combinados pueden dar cuenta de las actitudes adoptadas por los individuos frente al tema de las drogas: hay personas que se atemorizan, otras que se paralizan y otras que se oponen activamente a las medidas represivas.
La construcción social de la realidad desemboca en la institución de determinadas percepciones y concepciones; los individuos sólo perciben la realidad mediante ciertas categorías discursivas, a partir de las cuales la realidad cobra sentido, por esto los individuos perciben ciertos fenómenos y no otros en determinados momentos históricos. De esta forma realidad y percepción se retroalimentan constantemente (Del Olmo, R; 1997, 1994, 1992).
La teoría de las representaciones sociales resulta de suma utilidad para la comprensión de los procesos a través de los cuales, los individuos y los grupos construyen las categorías en función de las cuales interpretan y piensan la realidad; se trata fundamentalmente de una teoría que describe una forma de conocimiento social. Este tipo de conocimiento se construye en el seno de la interacción social, a partir de experiencias, informaciones y modelos de pensamiento que se reciben y transmiten a través de la tradición, la educación y la comunicación social. Constituyen una forma de pensamiento social que intenta comprender, explicar y dar sentido a nuestro entorno; inducen a los individuos a adoptar una posición determinada respecto de situaciones, acontecimientos, objetos y comunicaciones a partir de las cuales se organizan las prácticas. Por esto, no sólo se trata de un conocimiento teórico sino fundamentalmente de un conocimiento práctico, ya que la manera en que los individuos viven y perciben la realidad incide en el comportamiento que adoptan hacia ésta. Las representaciones sociales son parte del entorno social simbólico en el que habitan los individuos; la organización y estructuración de la realidad reposa en este entramado de representaciones compartidas socialmente que se construye y reconstruye a través de las prácticas y actividades de las personas.
La construcción de representaciones sociales implica la puesta en marcha de dos procesos: la objetivación y el anclaje; estos procesos explican la manera en que una sociedad elabora sus conocimientos y cómo, al mismo tiempo, estos conocimientos transforman lo social. El proceso de objetivación permite que las representaciones sociales se hagan "reales", concretas, que adquieran status ontológico; es el proceso mediante el cual se materializan las ideas, volviéndose "visibles". En este movimiento se selecciona y descontextualizan elementos de la realidad, reteniendo sólo aquellos que concuerdan con determinados sistemas de valores o intereses. Debe señalarse que las representaciones sociales se construyen alrededor de los valores ampliamente compartidos por una sociedad; la jerarquía de valores existente en una sociedad, condiciona el lugar en que se situará el objeto representado y la manera en que será evaluado, otorgándole un sentido particular. A modo de ejemplo, una sociedad que gira en torno al valor de la libertad individual, asocia el problema del consumo de sustancias con cierta pérdida de dicha libertad, de la capacidad de autodeterminación del individuo; de ahí los slogans del tipo "la esclavitud de las drogas".
En relación dialéctica con el proceso de objetivación, se encuentra el proceso de anclaje, por medio del cual las representaciones sociales se integran dentro de un pensamiento social preexistente, modificándolo. Asimismo, una vez producido el anclaje de una representación en el pensamiento social, se convierte en un instrumento válido que incide en las maneras subsiguientes de comprender e interpretar la realidad, constituyéndose en el marco de referencia que guía y orienta las conductas de los individuos. (Farr, R; 1984; Jodelet, D.; 1992, 1984; Marková, I; 1996; Morin, M.; 1999; Zubieta, E; 1997).
Las representaciones sociales se concretizan, se materializan como "reales" a través del lenguaje; el lenguaje es el instrumento crucial a través del cual las ideas de hacen "realmente" concretas. Las significaciones y experiencias se acopian en el lenguaje y en la utilización de ciertos términos, preservándose en el tiempo y trasmitiéndose de generación en generación. Los conceptos, en tanto categorías del lenguaje, se transforman en instrumentos a los fines de la interpretación del mundo. La comprensión de los términos con los cuales se hace referencia a cierto sector de la realidad, y sus significados, resulta esencial para comprender la concepción que una sociedad posee de dicha realidad. Nombrar, definir, clasificar no son acciones neutrales, suponen siempre una matriz de significados que sitúan al objeto representado en una determinada posición respecto a otros (Berger, P.; Luckmann, T., 1997; Jodelet, D.; 1992, 1984). La terminología utilizada en los estudios e investigaciones sobre consumo de sustancias psicoactivas es de suma importancia, debido a la heterogeneidad de sentidos que connotan.
Debido a la diversidad de denominaciones, se utiliza a los fines de este trabajo la denominación de sustancias psicoactivas para referirse a todas aquellas sustancias que una vez introducidas por diversas vías en el organismo, actúan directa o indirectamente sobre el sistema nervioso central, produciendo cambios en la actividad mental, como modificaciones en la percepción, el comportamiento o el estado de ánimo. Esta clasificación resulta de utilidad debido a que comprende tanto sustancias legales como ilegales, dejando de lado los estereotipos asociados a otras denominaciones.
Es interesante destacar el deslizamiento semántico que sufrieron ciertos términos con los que se designaron y aún hoy se designan las sustancias psicoactivas, haciéndose visibles los procesos de construcción de categorías para interpretar la realidad y los mecanismos descritos al tratar el proceso de objetivación y anclaje de las representaciones sociales. Este proceso de imprecisión terminológica se aleja claramente del espíritu griego que, como se ha mencionado, designaba con un mismo término: phármakon, al remedio y al veneno, cuya nocividad se encontraba definida según el uso que se hiciera de la sustancia. Por el contrario desde comienzos del siglo XX y solidario a la evolución de la legislación prohibicionista, una serie de términos van a considerarse sinónimos de sustancias ilegales y peligrosas; los términos narcóticos o estupefacientes van a designar exclusivamente a todo el espectro de las sustancias prohibidas. El termino inglés narcotics y el francés stupéfiants, que originariamente y sin connotaciones morales, aluden a sustancias que tienen la propiedad de adormecer, provocar sueño o estupor, cuando incorporan a partir de las legislaciones internacionales un sentido moral, pierden su definición farmacológica, y son usados de manera impropia incluyendo sustancias que de ninguna manera provocan la sedación o el sueño, al mismo tiempo que se excluyen de dicha denominación, toda una serie de sustancias que son narcóticas o estupefacientes en el estricto sentido farmacológico del término. Se evidencia de esta manera, que la denominación utilizada es solidaria de criterios extra-farmacológicos.
El movimiento por el cual los procesos de construcción social se cristalizan en un término que define lo que es "real", puede vislumbrarse asimismo en la utilización del término droga. Para la Organización Mundial de la Salud, droga significa toda sustancia que introducida en el organismo modifica alguna función de éste; entre ellas se encuentran aquellas que actúan sobre la actividad mental. Según esta definición se incluirían sustancias que van desde el café y el cacao hasta la heroína y la cocaína. Pero como bien señala Del Olmo (1994), existen ciertas sustancias que por afectar las funciones psicológicas, están teñidas por connotaciones morales, y debido a la percepción que se tiene de ellas se han dividido en sustancias buenas o inocuas y en sustancias malas o peligrosas según su estatuto legal. El término droga o "la" droga en singular, suele utilizarse corrientemente para denominar sólo a las sustancias ilegales, excluyendo de tal denominación a las sustancias socialmente aceptadas, como el tabaco o el alcohol, a las que inclusive ni se las denomina como tales. Como señalan numerosos estudios, y de la misma manera que sucede con los términos narcóticos y estupefacientes, la definición del término droga, tampoco responde a una lógica farmacológica, sino que otorga importancia solo a algunas sustancias (como el cannabis, la cocaína, los opiáceos), considerando menos relevantes a otras (como el tabaco, el alcohol, los psicofármacos) que no son objeto de reproches jurídicos.
Por otro lado, hablar de "la" droga como si fuese un objeto homogéneo, materializa en una imagen, un conjunto de esquemas conceptuales, de ideas, y significados que producen una reducción y esquematización del fenómeno; imposibilita reconocer la diversidad de sustancias psicoactivas y sus muy diversos efectos; se acentúan ciertos aspectos, mientras se silencian otros, generándose de esta manera una serie de distorsiones y confusiones. Mediante este mecanismo, se le atribuye al objeto cualidades que no le pertenecen; tal es el caso de asociar a la droga con un producto dañino en sí mismo, capaz de producir desviación con su sola presencia; sin advertir que la desviación es efecto de ser declaradas fuera de la norma. De esta manera se le otorga a las sustancias una entidad casi mágica de carácter omnipotente, un "mal" que infecta a los individuos y a la sociedad y que, como tal debe ser erradicado. Esta noción adquiere status de evidencia y realidad objetiva que es incorporada por los individuos con estatuto de verdad, al modo de slogans ("la droga mata"). Al mismo tiempo, generalmente suelen negarse o silenciarse las sensaciones placenteras asociadas al consumo de sustancias (Del Olmo, R; 1992; Ehrenberg, A; 1994; González Zorrilla, C; 1987; Touzé, G. 1995). La utilización de dichos términos evidencia un tipo de pensamiento social no reflexivo, que circula por el medio social como un saber dado, incuestionable o cuestionado raramente.
Construcciones análogas se dan en relación con la persona que consume dichas sustancias, ya que siempre se lo visualiza como un "adicto" cualquiera sea la sustancia, la frecuencia o dosis de su consumo. De esta manera no se considera la personalidad, las características socioeconómicas del consumidor, ni las circunstancias del consumo; esto trae aparejado una simplificación del complejo problema del consumo, ya que la misma sustancia puede tener diferentes efectos según el usuario, la dosis, la personalidad, el contexto social, ciertos factores culturales, las propias expectativas del individuo, e incluso la "calidad" de la sustancia. Los efectos pueden variar de una cultura a otra, de un individuo a otro, e incluso en un mismo individuo en diferentes circunstancias (González Zorrilla, C; 1987; Santino, U; La Fiura, G; 1993). Acentuar el fenómeno de la adicción y dependencia conlleva "silenciar" otras manifestaciones como el abuso, la intoxicación aguda en situaciones riesgosas, o bien los inicios tempranos en el consumo, que si bien son situaciones más sutiles, no son extrañas a nuestra realidad ni menos preocupantes2.
La propia definición sobre qué es una droga capaz de producir adicción es un problema de larga data, ya que esta condición dará lugar a la regulación y/o prohibición de su producción, circulación, comercialización y consumo. Tal empresa es hasta el día de hoy muy problemática, ya que no existe biológicamente una clara distinción entre las drogas que están prohibidas de las que no lo están; estudiosos sobre el tema afirman que "no se ha podido establecer ningún fundamento objetivo y científico para seleccionar unas y otras no, ya que el criterio de peligrosidad de cada sustancia todavía se mueve en un terreno de argumentaciones y contra-argumentaciones de difícil demostración" (Del Olmo, R; 1992:34). La propia OMS ha señalado que las medidas legales adoptadas son injustificables en términos biológicos. Berger y Luckmann (1997) señalan que muchas veces son intereses extrateóricos los que terminan definiendo lo que se considera "real"; de esta forma la legitimación de las definiciones teóricas suelen ser extrínsecas al objeto en cuestión e influidas por fuertes intereses sociales o de grupos particulares. "De este modo se establece una clara división entre drogas legales e ilegales con un criterio más político que científico" (Del Olmo, R; 1992:35).
De allí que las definiciones jurídicas ensayadas se limiten a veces a justificar la regulación de determinadas sustancias con definiciones tautológicas, como las adoptadas por la Convención Única de 1961 que definía como estupefacientes a "cualquiera de las sustancias naturales o sintéticas que figuran en el listado de estupefacientes" o la definición de la Convención de 1971 que adoptando el mismo criterio, define a las sustancias psicotrópicas como "aquellas definidas según su pertenencia al listado de sustancias psicotrópicas" (Santino, U; La Fiura, G; 1993).
La red de representaciones sociales sostenidas por determinada comunidad en relación al consumo de sustancias psicoactivas, condicionará asimismo lo que se ha denominado tolerancia social, que son los patrones de comportamiento que implican la indulgencia hacia el consumo o abuso de determinadas sustancias psicoactivas, que si bien no resultan "deseables", son aceptadas y toleradas por dicha comunidad. Los consumos que son aceptados o tolerados no justifican por lo tanto, una actitud de censura o sanción severa por parte de la comunidad (Míguez, H.; 1998). Son ejemplos de tal tolerancia, las actitudes hacia el consumo de sustancias legales, llamadas "drogas sociales" como el tabaco y el alcohol, aunque también se percibe hacia la autoadministración de psicofármacos. De esta manera, se evidencian las contradicciones de los acuerdos mantenidos por una sociedad que mientras sanciona con dureza el consumo de ciertas sustancias psicoactivas, tolera y hasta propicia, el consumo de otras.
Este precipitado de la sociedad y la cultura que son las representaciones sociales, se dispone como un marco referencial, implicando las actitudes, valores y creencias de los individuos acerca de las sustancias psicoactivas y de sus efectos tanto psicofisiológicos como sociales, formando un conjunto interdependiente que se trasmite en el proceso de socialización (Vander Zanden, J.; 1990).
El consumo de sustancias psicoactivas no se restringe a las conductas manifiestas de un individuo; el uso y abuso de sustancias psicoactivas está condicionado por una intención que orienta al consumo, la que puede definirse como un continuo que se extiende desde el sistema de representaciones sociales de la comunidad favorables al consumo de ciertas sustancias psicoactivas hasta el sistema de actitudes, valores y creencias de cada individuo que conforma esa comunidad (Míguez, H.; 1998).

Conclusiones
Se concluye que más allá de su estructura bioquímica, las sustancias psicoactivas y sus usos, se encuentran impregnadas de atribuciones y significaciones que se construyen en la trama socio-histórico-cultural; estas significaciones emergen de un sistema de representaciones que delimitan lo bueno y lo malo, lo normal y lo desviado, lo aceptable y lo que no lo es; en suma, delimitan y definen lo que en una sociedad o época determinada se considera un problema social. Muchas veces, estas construcciones sociales dan lugar a procesos de cristalización de las percepciones sobre el fenómeno del consumo de sustancias psicoactivas, que no siempre se ajustan a los datos objetivos, desembocando en prejuicios y estereotipos de fuerte arraigo en la sociedad.
Los discursos a través de los cuales se aborda el tema de las drogas forman parte de la construcción social de la realidad, a la vez que la realidad refuerza los contenidos del discurso. Las convenciones internacionales que regularon y prohibieron el uso de determinadas sustancias psicoactivas contribuyeron a la construcción de un desdoblamiento entre consumos legales y consumos ilegales, percibiéndose como problema sólo éste último. Respecto del uso de drogas legales como el alcohol, parece existir una suerte de gradiente, su uso es aceptado formando parte de la cotidianeidad, y sólo el abuso es percibido como un problema; en contraposición, respecto de las drogas ilegales su simple uso es fuertemente rechazado y percibido como un problema en sí mismo.
Esta circunstancia tiene implicancias duraderas en diversos ámbitos, como en la salud, la justicia, la educación, pero también en los ámbitos académicos, en los cuales el acento estuvo puesto por mucho tiempo -y aún lo está- en determinadas sustancias y determinados grupos sociales en detrimento de otros. Esta situación incide sobre todo en la implementación de las políticas sobre drogas, que suelen reducirse, en la mayoría de los casos, a la represión y al castigo.
Por esto, cualquier investigación que emprenda la indagación sobre algún aspecto del consumo de sustancias psicoactivas, debería considerar su propio objeto de estudio como el resultado de un largo proceso de construcción social, evitando la "naturalización" de fenómenos sociales de alta complejidad como el aquí tratado.

Notas

1 Este estudio forma parte de un proyecto de investigación llevado a cabo en el marco de la beca UBACyT de doctorado "CONTEXTO FAMILIAR Y CONSUMO DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS EN NIÑOS ENTRE 10 Y 12 AÑOS". Becario: Marcelo Grigoravicius. Directora: Sara Slapak. En dicho proyecto se indagan las actitudes, valores y creencias, así como el consumo de diversas sustancias psicoactivas en niños escolarizados.

2 Cabe destacar que los resultados preliminares del proyecto de investigación mencionado anteriormente, arrojaron que casi el 60% de los niños de 10 a 12 años consultados habían bebido alcohol durante el último año y un 8% había fumado tabaco durante el mismo período (Slapak, S; Grigoravicius, M.; 2006).

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